martes, 1 de abril de 2014

Upstream color

Una de dos, o no puedes apartar la vista de la pantalla intentando entender qué pasa o lo das por perdido, abandonas y a otra cosa; porque, la verdad, ni el mismo Von Trier!!! Complicado descifrar el argumento de esta película, ardua tarea comprender el comportamiento de sus protagonistas, como todo buen drogadicto su conducta es dispar, imprevisible, sin lógica o razonamiento, extravagante y desproporcionada; multitud de factores que confluyen y consiguen una mezcla explosiva y letal, perturbadora y enigmática. Interesante y atractiva, surrealista y desconcertante, te desespera grata y obsesivamente, tratando de pensar y dilucidar qué esta pasando, qué locura de guión, de imprevistos y frustrantes giros envuelven a nuestra superviviente. Deseosa tranquilidad buscada, catatónico andar angustioso, incontrolables emociones que te dominan y exasperan cual niña indefensa a la merced de una voluntad ajena; aniquilación de la persona, destrucción del alma, furtivo agotamiento de la mínima esencia que aún sobrevive, subsistencia al límite que corroe tus entrañas. Mucho simbolismo metafórico para una cuidada y meticulosa estética, de movimientos lentos y pausados, estratégicamente escogidos, personaje importante en este deambular hipnótico que ciega cualquier esperanza de futuro y ensombrece a toda alegría que intente hacer su aparición, osada sonrisa que se arriesgue a aliviar el dolor de nuestras víctimas. Únicamente la mirada fija y penetrante, sin miedo y cara a cara con nuestro enemigo, desemboca en una respirable liberación, solicitado alivio de unos inocentes cuya voluntad es anulada, macabra trampa del destino que rompe sus cadenas y permite la vuelta de la persona devastada tras su paso por el infierno. Su encanto y seducción se encuentran en su hipnótico descifrado, el apasionante arte de ir descubriendo los enigmas que se plantean, desenvolver las diversas capas escondidas tras tanto debacle y confusión. Ya no es que no sea apta para todos los públicos es que sólo unos pocos aceptarán el reto minimalista y perplejo planteado por Shane Carruth, en un estilo impactante por novedoso y caótico, hechizador por su nula aclaración explicativa y una ausencia total de todo encadenamiento que se preste a un fácil entendimiento; ahora, este despertar de nuestros zombies urbanos puede resultar agotadora y cansina, aburrida y odiosa, dejándola por imposible o acabándola, únicamente, por empeño propio. Ponte a prueba y descubre tu opción; difícil ayudarte en dicha tarea.





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