lunes, 23 de febrero de 2015

El francotirador

"Yo sólo protegía a mis chicos, ellos intentaban matar a nuestros soldados; estoy listo para conocer a mi creador y responder por cada disparo que hice; la cosa es que me atormenta los chicos que no pude salvar" y tres salvas fueron disparadas en su entierro y la bandera de barras y estrellas entregada a su viuda mientras la nación entera le despedía y lloraba..., USA, experta en glorificación de dramas verídicos, elevados a los altares, de decoración pomposa y grandilocuente.
Quien espere ver el cine del mejor Clint Eastwood director se puede ir olvidando, este sabio, diligente, astuto y avispado ojeador de la cámara, inteligencia sensible de fotogramas y meticulosas secuencias se limita a poner imágenes y voz a las palabras que el propio Chris Kyle escribe para narrar sus vivencias como soldado en acción, en espera, vuelta a la acción hasta completar un total de cuatro misiones y, retirado; está claro que el californiano veterano actor/director sigue siendo republicano.
Quien espere ver una de las mejores interpretaciones de Bradley Cooper hasta el momento no saldrá defraudado, el respeto que siente por su personaje, la implicación personal en el proyecto, la evidente dedicación de su esfuerzo, el plasmado empeño en su simbiosis, el carisma que desprende cada una de las escenas con la mira puesta en la fotografía presencial y cuidada de esta leyenda norteamericana lleva a ambos, director y actor, productores el uno y el otro, a la mayor consideración y admiración por su figura, al acatamiento de su historia sin duda de nada ni opinar en algo, postura neutra y dócil que se ciñe a contar sus memorias y que su nombre corra de boca en boca, especialmente norteamericana, para pasar a los anales de la orgullosa y patriótica historia donde, sin duda, ya está consagrado.
Por tanto, queda un desfile de sucesos que marcaron la vida de este texano que acabó siendo el mejor francotirador de los Seal, empezando por un lema grabado a fuego en la conciencia "No temas, te sientes mal pero, tienes que hacerlo" que alivie posibles remordimientos; retrocediendo a la infancia donde, la ejemplarizante cultura paterna, le inculcó qué clase de hombre sería "Hay tres clases de personas en el mundo, ovejas, lobos y perros pastores; algunas personas..., no saben protegerse, son las ovejas; están los malvados..., maltratan al débil, son los lobos; están los benditos con el don de la agresión y la necesidad de proteger a los débiles..., viven para confrontar al lobo, son los perros pastores; no criamos ovejas en esta familia y les azotaré si se vuelven lobos", para proceder a relatar la noria emocional, caos andante en que se vuelve su vida, un efectivo ejecutor soldado/hermético y callado marido, loable, fiel e impacable compañero de batalla/moribundo padre presente de cuerpo/ausente de pensamiento que sólo vive para volver a campo de acción y cumplir con su trabajo, acabar con su inicial misión que consiste en no abandonar nunca a un compañero pues "Nosotros protegemos a los nuestros" y, aunque el ruego de su amada mujer sea "Tienes que lograr volver a nosotros..., necesito que seas humano otra vez, te necesito aquí, conmigo", el orden es "Dios, país, familia" y, sólo cuando sanee las cuentas pendientes en tierra hostil y honre la memoria de sus hermanos y cumpla con su obligación, podrá volver a casa, una vuelta a un hogar donde se siente perdido e inútil, en agónico desfase anímico y donde su siempre recta, cabal y ordenada conciencia debe encontrar un nuevo rumbo por donde continuar contribuyendo a la dignidad, esplendor y honor de su país manteniendo un consistente sentido del deber que siempre ha regido su crianza, moralidad y andadura.
Respecto a su recepción y visión, entiendo la fascinación sentida por el pueblo norteamericano que ve la máxima de lo que significa el patriotismo, ser buen hijo, bendito hermano, honorable soldado, fiel amigo, cumplidor marido, ejemplarizante padre, modelo puro de virtudes que cualquier ciudadano de dicha tierra debe estar orgulloso de conocer e imitar en lo posible; para el resto de nosotros, la película no tiene mucha emoción, ni gran adrenalina ni excesiva pasión, la seguirás con interés o mirarás con ínfimo afecto, la aceptarás con atención o rechazarás por desapego, altivez o desdén que se mueve según sensibilidad propia e ideas morales subjetivas de cada uno pero, como filme bélico sobre Irak, los hay mejores/ como relato de hazaña individual, los hay de mayor grandeza/como curiosidad de vida y actos llevado a cabo/digamos que sólo logra rozar tu implicacion y apego en su trágico final, soberbia interpretación lograda de quién era y cómo vivía el héroe nacional, maravillosa veracidad y realismo en la plasmación del día a día de las calles donde habita la muerte sin pedir permiso pero, sin duda, no sentirás la devoción, admiración, connivencia y orgullo de Eastwood, Bradley y todo el pueblo norteamericano por la historia de este épico marine ya que, sólo ellos se levantan cuando suena su himno, se alza su bandera y realizan sus faustos nacionales, a ti ni-fu-ni-fa; un espectáculo más, entretenido por momentos/excesivamente alabado en otros, un patrio y fervoroso "Born in the U.S.A", de un magnífico Bruce Springteen, de adoración eterna como lema y estandarte musical nacional, da igual lo que diga su letra y las intenciones de su autor al escribirlas; a levantarse, cabeza firme, mirada concentrada y mano en el pecho.



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