miércoles, 4 de febrero de 2015

Los chicos están bien

Discriminación positiva, término que hace referencia a aquellas actuaciones dirigidas a reducir o, idealmente, eliminar las prácticas discrimininatorias en contra de sectores históricamente excluidos como las mujeres, grupos étnicos o de preferencia sexual o racial, donde se pretende aumentar la representación de éstos a través de instrumentos de discriminación inversa que consisten en un tratamiento preferencial con mecanismos de compensación y selección a favor de dichos grupos.
¿Ahora dime si todas las alabanzas, halagos y nominaciones de premios referidos a dicho filme no están basados en dicha discriminación positiva?
Porque si en lugar de una pareja lésbica, ponemos a una heterosexual, ¿no resulta la historia muchas veces vista, nada original, me suena de un montón de historias previas?
Matrimonio maduro de dos hijos, apagado por el tiempo, adormecido por la rutina y atascado por miedos y decepciones personales que vemos reflejados en la mirada bondadosa y tierna de quien nos ama, la llegada de un inesperado tercero libre, egoísta que no mide las consecuencias de sus actos, padre esperma de los críos y, ¿en serio no lo adivinas?, ¿novedad?
Dos mujeres, en lugar del aburrido hombre trabajador y la mujer de la casa, dos hijos concebidos por inseminación artificial y ¡pare usted de contar!, porque a pesar de tanto cine independiente, música indie, osadía de historia de nuestro tiempo el matrimonio, como mucho, se da un castizo beso -con un poquito de lengua-, se cogen de la mano y comparten cama mientras, la pareja hetero se revuelca a sus anchas, con sus cuerpos desnudos en todas las posiciones previstas, sin problema alguno.
La historia es apetecible y sabrosa por su calma y naturalidad, tranquilidad respetable que permite saborearla sin perturbar el pensamiento o agobiar la razón con incógnitas aún no resueltas que se puedan llegar a plantear -¡no, por Dios, que atrevimiento!-, es bonita, suave y fácilmente digerible por su vacío de baches imprevistos que alteren tu visión cómoda y segura, de procesión predecible, que se desvía ligeramente para volver a la ruta honesta y sobria del buen comportamiento, interpretaciones sinceras y cálidas que no caldean el ambiente ni estimulan con fervor tu apetito por ella más allá de una lectura dócil y amable de aceptación grata, a pesar de contar con una impresionante Julianne Moore que siempre se sincera y expone magníficamente en sus personajes, 
un encantador Mark Ruffalo que crece a más y mejor en cada interpretación y, una Annette Bening que muestra la desesperación y ansiedad de quien pierde su solidez y estabilidad dentro de su descompuesta familia con soltura y solvencia, un patriarcado de talentos a quien no le acompaña, con la misma fuerza y carácter, un guión que sigue las pausas esperadas con la nefasta prudencia de obviar giros imprevistos que aporten algo de furor y adrenalina donde, lo más peculiar es lo que pueda excitar en la cama a este dueto maternal, con ausencia de una supuesta comedia que no se logra hallar y, una fácil adivinación del espectador inteligente que se anticipa, sin asombro ni esfuerzo ni sorpresa a su lectura...,¡qué desperdicio de tres talentos!
Conoces a los actores, te gustan, aprecias y respetas y, eso, lo trasladas a tu indulgente opinión sobre ella, bondadosa respuesta positiva que procede más de tu vulnerable estima e inocencia que de lo ofrecido por un argumento de novato escritor cuya inspiración y creatividad no se le aparecen en demasía puesto que, lo que de otra forma aniquilarías con palabras duras sobre la escasa aportación de un relato débil, endeble y demasiado lineal que, lo poco que se atreve a salirse del trazado tradicional, es para volver a ella corriendo en su resolución final -no sea que nos crean demasiado vanguardistas y la doble moral americana nos censure la misma-, aquí es condescendencia neutra, un seamos buenos/no levantemos mucho la voz/insinuemos sólo un poco y, vuelta a la quietud normalizada que no molesta; eso sí, un poco de picante puesto que ¡nos atrevemos con dos mujeres e hijos de donante de esperma!
Visión sin implicación sentimental, sólo relajamiento perceptible y distancia emocional que permite visionar sin involucrarse, aspirar sin intoxicarse, observar sin desviar la mirada por atrevida ofensa aunque, puede que ésta se aburra de ojear una historia ¡más antigua que la humanidad!, dos compañeras aburridas y un tercero que trae aire fresco, diversión y enredo, ¡menuda primicia!, aparte de la pobre química existente entre un matrimonio poco creíble si no fuera porque ¡comparten el sofá para ver la tele!
Los chicos están bien, única verdad sincera confirmada, el resto es sensiblería que no trasciende la pantalla y que permite pasar por encima simulando ser osados e innovadores cuando sólo es imagen de humo de una guerra que Lisa Cholodenko no se ha atrevido a iniciar ni promover, fichas estandar para una partida sosa, dado lo vendido y previsto, pues siempre que no armes mucho ruido y alboroto te permitimos jugar a ser progresista y transguesora, a cambio recibirás más de un abrazo adecuado y palmadita en la espalda..., le dijeron a la susodicha directora; ¡es genial ser modernos y cool! y todo ese rollo pero tú no alborotes en exceso, consejo seguido al pie de la letra.
Exterior neoliberal/interior conservador como el de toda la vida.



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