viernes, 13 de febrero de 2015

Deuda de honor

"¿Se casaría conmigo Mr. Grigg?, no Mary, no me casaré con usted"
Primer contacto y vistazo a la película..., ¡del oeste y 122 minutos!, pesada cuesta hacia arriba de poco deseo y nulo acicate; segunda ojeada a la sinopsis e intérpretes del filme..., la oscarizada Hilary Swank, excelente actriz que siempre se involucra de pleno en sus papeles realizando actuaciones loables, de esmerado respeto y gran gusto y complacencia visual más, un Tommy Lee Jones como ¡director y productor!, algo bueno debe esconder este viaje a través del desértico y duro invierno de Nebraska a Iowa para llevar a tres mujeres, desahuciadas mentalmente, a lugar seguro donde sanar; ojeada a las críticas..., el mejor trabajo de un fantástico Tommy Lee Jones en décadas, mirada melancólica y atrapante del viejo oeste, una narrativa espléndida, western conmovedor, brillante, deliciosa, desde luego ¡abre el apetito!; visión del tráiler para confirmar la apetencia surgida y desdeñar la desgana ya olvidada..., atrapa tu interés y sugestiona su andadura pues recuerda a relato profundo, árido, penetrante e impactante por su dureza, esfuerzo y valentía contra las dificultades surgidas de una mujer sola, sin marido, que sobrevive con dignidad y bravura a sus circunstancias; confirmada su elección.
Ahora, subimos de categoría y viene el juicio personal de quien se sienta con la idea y esperanza de ser obsequiada con una historia redonda y completa que emocione su corazón, roce su alma y sea motivo de un espléndido rato de ocio bien invertido..., conclusión: ¡al menos tenía una coca-cola y palomitas!

A continuación, análisis detallado para salvaguardar lo que se pueda del tiempo invertido amén de que, parece ser soy la única que no ha sido cautivada ni deleitada con solidez magnífica de mirada arrolladora y conmoción sublime de esplendor sentida porque..., confirmación compartida: estamos ante un género glorioso, revivido agradecidamente por el espléndido Clint Eastwood, hace unos años, devolviendo el lugar de honor que se merece y siempre le ha correspondido a tan ilustre categoría de la filmografía con varios -no tantos como deseados- ejemplos de logro capaz y maravilloso resultado desde entonces, siempre con una hermosa, desoladora y árida fotografía y localizaciones muy cuidadas y perfeccionadas que conforman un cuadro exquisito de degustación y captación espléndida, un bello viaje a los parajes arenosos, secos y crueles de tan inhóspita y devastadora tierra y época, característica que, por otro lado, también se cumple en esta ocasión más el añadido de impresionantes actuaciones de sus dos grandes artistas en la representación opuesta de enfoque de acción y vivencia; él ladrón forajido realista, práctico, pesimista, tosco y experimentado en el dolor, la supervivencia y beneficio de lo que se poga a mano pues, las cosas nunca mejoran ni cambian de mano, ella solterona, mandona, positiva, optimista, generosa y entregada, de enorme corazón y gran coraje que sigue esforzándose cada día por mejorar las cosas y su esperanzadora vida y, una unión forzosa por necesidad y utilidad mutua que les enfrenta al desdén, el sacrificio, las penurias y el roce agónica de una muerte que ronda cual moribundo que intenta adueñarse de sus cuerpos, cordura y persona.
Hasta ahí, lectura genial de retórica apetecible, elementos gratificantes y combinación hábil y mañosa de los mismos sólo que, no apresa tu atención, no engancha tu entusiasmo, no atrapa tu emoción, no detiene tu suspiro ni tensa tu respiración, observas partir su caravana, recoger a sus pasajeros, exhibir las relaciones entre ellos desde una amarga distancia de soledad y desapego hacia los mismos, protección no querida ni deseada ante su sufrimiento que evitan la dulce afinidad de llorar, bailar, reír y padecer con ellos, pasajero con buenas vistas que no participa del espectáculo, cuarteto de viento cuya melodía es escuchada pero no inspira ni deleita al alma, aplaudida representación cuyos diálogos y escenas carecen de la fuerza, empeño, garra y ardor para cogerte desprevenida y hacer temblar y sollozar todas tus emociones; al reves, todo lo contrario, éstas están tan pacíficas y relajadas, a verlas venir que sólo se alteran en el último tercio donde parece revivir, coger forma y consistencia un guión, hasta entonces, empobrecido de pasión, apetencia y ganas.
Simplemente, cualquier canción, sintonía del viejo oeste, el sólo recuerdo de la banda sonora de "La muerte tenía un precio" o "El bueno, el malo y el feo" me producen más placer y estímulo que todo lo visto, y si hablamos de "Sin perdón" o "Valor de ley" ya son palabras mayores; lo siento pero, yo no veo la gloria, notoriedad, exquisitez descrita ni la puntuación sublime detallada, tanto en su resultado como en su confección, sólo un encomiable y loable esfuerzo, mérito y empeño en su análisis pormenorizado y por separado; más bien me he movido entre la ilusión y esperanza de su bienvenida y acogida, la leve indiferencia de su continuidad, el aburrimiento breve, pero presente, en parte de su desarrollo, la espera de quien no desespera y espera encontrar validez, apego y cercanía a lo escogido y, por fin, algo suculento, nutritivo y atractivo en la entrega asignada hacia su final que motiva una atención poco atendida, apenas mimada, nada refrescada pero...,¡ha costado tanto su llegada!

Lo mejor, su esfuerzo y empeño.
Lo peor, su estímulo no se mantiene
Nota 6



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