sábado, 27 de agosto de 2016

Bridgend

Sara y su padre, Dave, acaban de instalarse en un pequeño pueblo de Bridgend County. Un lugar idílico, de no ser porque está siendo asolado por una epidemia de suicidios adolescentes, que nadie es capaz de explicar. Como nuevo miembro de la policía local, Dave está decidido a parar esta dramática situación. Pero mientras, su hija empieza a relacionarse con los jóvenes del pueblo.


Presagio de un terrible desenlace.

Quieres integrarte y saber de ellos pero, no les entiendes, al igual que la inocente protagonista estás confusa y perdida, acompañas en deseo y curiosidad a esa recién llegada que tampoco comprende ni encaja, por mucho que lo intenta y se esfuerza pero que, sin embargo, se deja engatusar y nublar por su gélida, enamoradiza y prometedora esencia.
Un padre protegiendo a su hija, un jefe de policía intentando resolver tantos inexplicables suicidios, más la escrutinadora mirada de quien es nueva en el grupo y comparte sensaciones, y vive mismas angustiosas experiencias; fosca, misteriosa, esquiva, todo está presente/todo se te escapa, condenados silencios que mortifican, desinhibidas fiestas que liberan, reservados actos que unen, pues ese es el propósito, “permanecer unidos”, que nadie abandone el pueblo ante la única salida, la partida voluntaria y apasionada donde la muerte ya no tiene dominio.
Un paisaje precioso, enigmático y seductor, perplejo personaje que vigilante corteja y conquista, sombras de hipnótica niebla, lluvia revitalizadora, oscuridad calmante, tensión abrazadora para escrutar ese mortificante “¿por qué?”, la gran pregunta no resuelta, donde nadie habla de ello, aunque todos viven expectantes con desconsuelo y nervio.
Felicidad de momentos fugaces inundados de agónica tristeza perenne, lúgubre fotografía, de color mortecino, para una desesperada huida de lo inevitable; de sentimientos extremos e
incomprensibles hay fuerza, hay inquietud, hay conmoción, hay confusión de no acabar de penetrar en ella, su secreto permanece oculto, vigilado por aullidos humanos de luna llena al acecho.
Y el martirio sigue, y tú expectante digieres un inaccesible drama, basado en hechos reales, tan arrebatador, desolador y frustrante como la hermosa naturaleza que la envuelve, donde su brisa parece susurrar ven conmigo, donde su lustrosa presencia se erige tentadora y culpable señora, magistral dama, de sublime porte, que engancha y atrae hacia un viaje eterno, donde convivir con ella para siempre.
Maldito bosque de fuego en sus entrañas, de corazón ardiente y ocultas enrevesadas trampas, te hechiza, te anula, te cambia y domestica; se impregna de romanticismo oculto y atractivo, de distanciamiento paterno filial e incomprensión de la sociedad hacia sus necesidades y anhelos, dolor emocional liberado ante la epopeya de conjunción de motivaciones y encomienda, decepción compartida que mitiga el desamparo y fortalece la solidez del grupo.
Jeppe Ronde tampoco pretende dar explicación definitiva alguna con dicha película, únicamente exponer unos documentados hechos, en tierra
galesa, que a día de hoy siguen siendo una incógnita, ahorcamientos masivo de jóvenes sin dejar nota de despedida.
No vas a descubrir la razón, su ambiente es de desconcertante aroma, los chavales no permiten el acceso a su compleja intimidad, los mayores están de inconexo bulto y lloriqueo pega; observar y asumir es la función de la audiencia, intentar elaborar una teoría posibilidad de nulo crédito, contagio colectivo de un estado de ánimo rodado con voluntad firme y gusto exquisito, en una tragedia que acaba igual que empieza, sin saber nada, sólo que en Bridgend hay muchas muertes por suicidio, sin nota de despedida y nadie entiende ni conoce el por qué.
Se elabora un potente e intenso danés trabajo, aún contando con pocos datos.
“Cuando te matas no vas al cielo”, vas a vernos.

Lo mejor; la recreación de su ambiente y el precioso misterio fotográfico de su naturaleza.
Lo peor; oferta pobres razones del por qué, en lugar de dejar mandar a la isotérica ignorancia.
Nota 6,1


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