domingo, 7 de agosto de 2016

Kiki, el amor se hace

Cinco historias de amor y de curiosas filias sexuales coinciden en un calenturiento verano madrileño. Dacrifilia, Elifilia, Somnofilia y Harpaxofilia son algunas de las particulares formas de obtener placer que descubren nuestros protagonistas, pero para disfrutarlas tendrán que decidir cómo integrarlas en sus vidas.


La excitación de echar un kiki y correrse a gusto.

Paco León genial como actor/como director atragantado, deducción inevitable que se perfila en esa visión complacida y meritoria de su buen quehacer en sus papeles interpretados, que convive y se comparte con la escasez de afinidad, sentimiento y devoción por su dirección; y no porque no sepa manejar la cámara o dirigir a los actores, todo lo contrario, sino porque sus ideas sobre historias que rodar y llevar a la pantalla dejan mucho que desear en cuanto a interés, contenido y despertada apetencia por su desenvolver y rumbo.
Desavenencia que frustra, pues te gusta verle cuando el proyecto es de otro, cuando es apuesta personal suya, sigue gustando él/no tanto lo que cuenta..., ¡y que contenta estoy, esta vez, de estar EQUIVOCADA!
Real y humana, graciosa y divertida, de conversaciones ocurrentes en sus diálogos interesantes, atractivos y estimulantes, por la franqueza y naturalidad de su exposición y trato; la comedia funciona magníficamente, al tiempo que instruye e informa sanamente del tema que trata.
Alegre y optimista, de total acierto en la elección de su festiva banda sonora, como acompañamiento de esa soltura fresca, animosa y clara sobre la diversidad de opciones sexuales y la aceptación abierta y lógica de cada uno, con sus tendencias respecto la misma; fuera pudor, cobardía y tapujos de habla, gratitud de guión sencillo en sus palabras, valiente y atrevido en el contenido de su sustancia.
“Madrid parece muy moderna, pero nooo...”;
conclusión que puede extenderse a casi todos los que son muy osados y actuales de palabra, pero caducos y convencionales al juzgar los hechos.
Dan ganas de compartir con una misma y la pareja lo nunca confeso, que se haga pública esa fantasía silenciada que tanto se desea tome forma, pero nunca se hizo nada por ella, pues nadie es adivino, lo no dicho no se sabe y así no hay modo de dar placer a la persona amada.
Carisma desde inicio, como seña de andadura equilibrada y sabrosa, Paco León se hace valer de la simpatía, garbo y alegría para imponer una sólida historia, que entra con deleite de haberla escogido; buenos actores le secundan, para esa réplica solvente de quien está atascado y busca una salida.
Gratamente sorprendida, pasas un estupendo rato, te relajas, distraes y ríes con ganas, con esa espontánea inocencia que confirma lo que estás viendo vale la pena.
Ejemplo del buen saber hacer de esta tierra, cine cercano y campechano, que narra con su peculiar
estilo, una visión ligera de las filias y de la complejidad de la pareja en su intimidad; no es para analizar en profundidad sobre sus reparos y defectos en la confección de las parejas expuestas, o en su limitación de unir el amor al sexo y no ir a por más opciones; es para sentir su vitalidad, vivir su optimismo, aspirar su brisa y salir encantada de ese tiempo dedicada a ella.
Complacer a la pareja para que su gozo y lujuria sean el de una misma.

Lo mejor; la vitalidad y frescura de su guión.
Lo peor; no trasgrede ese convencionalismo de emparejar el amor al sexo.
Nota 6,3


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