lunes, 1 de agosto de 2016

All roads lead to Rome

Maggie es una madre soltera que viaja a través de Italia con su rebelde hija Summer, una adolescente que sólo desea volver a Nueva York desesperadamente.


No tomes el nombre de Roma ¡en vano!

Una guapa norteamericana, un guapo italiano, ambos entrados en edad y experiencia, que unen sus caminos por caprichosa voluntad de un destino que desea culminen su interrumpido amor de juventud, pues hay segundas oportunidades, más cuando el amor es verdadero; éste supera los baches que se le presenten y espera el tiempo que sea necesario para esas vacaciones accidentales, simpáticas y hermosas donde revivir lo sentido y profundizar en lo que aún habita.
Sarah Jessica Parker, estilosa representante de ese sexo en Nueva York que tantos éxitos le trajo, pero que puede ser al tiempo todo un lastre, ese que no permite otro papel que el encasillamiento romántico que la fanática audiencia de la serie espera siempre que escoge una cinta para verla, torpeza que sufre también un atractivo Raoul Bova cuyo, “Perdona si te llamo amor”, ha ido marcando lo que sus devotas seguidoras esperan de él en cada actuación; para esta malograda ocasión, un bobalicón dueto amoroso que parece no tener otra que jugar a adolescencia perpetua, en una madurez interpretativa que ya no les ofrece muchas opciones.
Incontrolada situación que se desmadra jovialmente, en una excursión turística que debe recrear supuesta gracia de tiempo compartido, alegres casualidades de
incorporada sonrisa entrañable en su pretensión facilona, más un artificioso caminar hasta su punto álgido -realmente soso y falso de recrear y observar- de declaración romántica seguida de mágico beso -siempre debe haber beso al final, aunque sea tan pedorro y desganado que ¡para qué molestarse!-, más una hija y una abuela como decoración traicionera para ambientar y enredar y, ya tenemos ese cuento mil veces visto, narrado con nulo ingenio creativo y ausencia de inteligencia dialogada, cuyas últimas versiones parecen ir con enorme torpeza a peor.
Partiendo de la base de juntar a dos personas para enamorarlas, intocable núcleo que se espera y desea, un poco de inventiva narrativa, de agudeza escénica, de humor agraciado, de salero en la comedia, de chispa en la intimidad, de rédito en los pasos, de credibilidad conjuntada no hubieran estado mal, pues
tu ilusionada curiosidad de inicio se estrella catastróficamente contra esa corriente absurda de drama insulso/comedia vulgar/romance ni percibido; a veces parece difícil hacerlo tan mal cuando los elementos son clásicos y sencillos -no se penaliza ser convencional- y su combinación da para variadas y divertidas opciones.
Penosa química, de conversación terrible, en un caos ridículo cuyas bromas patéticas no levantan cabeza ni poniendo todo de tu parte, endeble argumento que no da una en su función de animar, gustar, emocionar o entretener medianamente.
No resuenan las campanas, no hay estímulo en la dicha, ¡Roma ha caído!, ya no es lo que era, sólo un fúnebre corre-caminos sin talento ni encanto, que deambula entre tropiezos, despistes y hallazgos en una búsqueda tonta y superficial cuyo ánimo acaba
con el tuyo pues, en los deberes para casa de primero de escritor y guionista encuentras mejores ideas, y más suculentas, que llevar a cabo que esta memez de aventura insustancial y trivial que deja el amor a mínimos deplorables.
Todos los caminos llevan a Roma, aunque éste en concreto es inválido, cargante, ineficaz, sufridor, aburrido, cutre y ¡un coñazo!
Y no olvidemos a Paz Vega de feroz reportera italiana..., ¡qué subida de adrenalina!
!Qué necedad de viaje han filmado!

Lo mejor; Sara Parker ya no luce modelito nuevo en cada escena.
Lo peor; un guión que toma por tonta a la audiencia.
Nota 4,3


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