domingo, 31 de julio de 2016

Born to be blue

Biopic sobre el legendario trompetista de jazz Chet Baker en los años 60. La historia se centra en la época en la que Baker comienza a rodar una película sobre sí mismo y se enamora de su compañera de rodaje, la enigmática Jane. El conflictivo pasado del músico vuelve para atormentarlo, hasta el punto de que parece que nunca volverá a poder ser capaz de componer.


La chica o la música, no se puede tener todo.

Quedas fascinada, hipnotizada por Ethan Hawke, desde ese primer instante en que aparece con su inseparable trompeta y su amada música, con esa bella melodía, de alma agónica y esencia devastada, que invade todo el espacio y tiempo de un largometraje arrebatador en su embrujo y exquisito en su herida.
Magnífica interpretación la del actor tejano, profunda, sensible, serena, desgarradora en su composición, devoradora en su persona, absorbente en su estela, tentadora en su corazón, obsesiva en su meta, apasionada en su huella, consistente y plena en conjunto..., el resurgir de un trompetista caído a los infiernos por cuya desmadrada ruta hallará el amor y el valor del respeto y cariño hacia uno mismo; reconstrucción de un mito de la música, que deslumbró en terreno dominado por negros y que desbordó y arrasó, tanto en el escenario, como cuando se manejaba en su vida privada e íntima.
Robert Budreau dirige un embriagador filme donde se conoce la actualidad, pasado y futuro de una derrumbada estrella, que halla alas nuevas para volver a la gloria del cielo: una cinta, dentro de otra, que recobra vida sobre esas añoradas tablas de las que fue violentamente desalojado.
Biopic emocional, sobrio, quebradizo y de calmada e inquietante respiración sobre Chet Baker, persona maltrecha, desahuciada y moribunda que nunca hirió a nadie excepto a si mismo, su peor enemigo a
solas/su ausente compañero en compañía, que gusta de ser un desastre pues le aporta la felicidad extasiada del eminente momento; un insólito talento que florece de sus cenizas, las notas llevan su nombre, le llaman con insistencia, le impacientan hasta volverlo loco por esa vuelta donde lo dará todo por demostrar que es, que sigue siendo y que puede ser, a pesar de vender su confianza y perder todo lo apostado con serenidad y cordura.
Agudo y perspicaz enfoque de un escritor-director, ya referido, que se toma licencias en la invención de sus personajes, para centralizar la mirada en ese conmocionado drama que cuenta la historia de este artista del jazz, a través de escogidos emotivos y traumáticos momentos que le permiten elaborar un loable y meritorio retrato de su carcomido y superviviente espíritu; expositiva y dolorosa humanidad de un drogadicto, cuya ansia y exigencia por la música está lleno de grandes éxitos y tropiezos, fotogramas en blanco y negro y en color
combinados con maestría, para mostrar el icono de un doble personaje que lucha consigo mismo; desmorone y dependencia se entrelazan, con orgullo y sacrificio, para realizar una combinación armoniosa de una existencia, peculiar y única, que inunda la pantalla y hechiza tus oídos, al tiempo que le sigues con el atento cuidado de quien se preocupa por su ángel caído.
Más que una biografía musical es un enérgico romance, donde la química de Hawke y Carmen Egojo es espontánea, cálida y de una complicidad vivaz y adorable para disfrute de la audiencia; la tragedia relatada no vibra tanto como la actuación de Ethan, quien mantiene al público pendiente de sus pasos, por exclusivo mérito suyo.
Una buena realización para unos años 50 y 60 que terminaron abruptamente en los 80, cayendo por la ventana de un hotel en Amsterdam, notoria leyenda que dijo “hola al miedo, hola a la muerte, ¡vete al carajo!”, como fiel mandamiento que cumplió a rajatabla toda su escabrosa vida; se le ofrece una
segunda oportunidad, pero añejos fantasmas insisten en hacer peligrar su futuro expectante..., “Born to be blue”, nacido para estar triste y representar ese desquiciado papel de dependiente necesitado, cuyo don y talento son un regalo endemoniado.
Te involucras conforme rueda y te lleva por ese esfuerzo de limpieza y regresión que tanto anhela, al son de esa creencia en su persona y en el amor que manifiesta, para llegar a ese momento decisivo de levantarse justo donde había caído y perpetuar para siempre su destino.
No es fidedigna ni convencional, privilegios narrativos se intercalan para lograr un consumido beneplácito que saca partido a ese periodo concreto en el que se centra, suficiente para hacerte una idea de la figura y que Ethan Hawke -¡ya se que me repito!- haga gala de su sobrada inteligencia actoral y quedes prendada de él, de su personaje y de la tragedia romántica narrada, todo en torno a esa asfixiante devoción por un ritmo vocal y sonoro que lo son todo, hasta hacer
desaparecer al individuo y que, por breves pero inmensos minutos, viva el genio de la trompeta.
Empieza echado en el suelo, maloliente/finaliza de pie, inspirado, enamorando a la concurrencia con su voz y trompeta..., ¡el destronado rey ha vuelto!

Lo mejor; Ethan Hawke, ¡última vez que lo digo!
Lo peor; para quienes conozcan del trompetista, sus alteraciones biográficas pueden ser un fraude.
Nota 6,9



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