lunes, 11 de julio de 2016

Antes de ti

Louisa “Lou”, una chica inestable y creativa, reside en un pequeño pueblo de la campiña inglesa. Vive sin rumbo y va de un trabajo a otro para ayudar a su familia a llegar a fin de mes. Sin embargo, un nuevo trabajo pondrá a prueba su habitual alegría. En el castillo local, se ocupa de cuidar y acompañar a Will Traynor, un joven y rico banquero que se quedó paralítico tras un accidente.


Insuficiente con la hermosa sonrisa de la chica.

De antemano sabes que vas a ver una copia de “Intocable”, sólo esperas esté a la altura, pues superar el fantástico descubrimiento de aquella se vislumbra harto difícil; sabes que no es comedia, que tira a lo romántico, a un probable cuento de hadas dulce, inverosímil y fantasioso, lo cual se intuye ¡malooo!, o puede que no, puede que aporte entereza y validez de contenido grato..., como siempre una única forma de resolverlo, pues cada película es una encrucijada de sensaciones y opiniones donde la de los demás puede coincidir, o todo lo contrario.
Qué genial cuando tu sugestión encuentra adeptos de refuerzo con quien compartir impresiones/que incomprendida heroína cuando tienes que defender tus rechazadas sensaciones, un juego en solitario que se practica entre el vidente y la pantalla; para esta ocasión, anticipo soledad de ideas y postura.
Una princesa dulce, encantadora y angelical, rebosante de inocencia y simpatía toda ella, que conoce a su príncipe azul aún irritante, antipático y cabreado según días, y que no pondrá las cosas fáciles a la doncella.
Parlanchina, empiezan mal las cosas -como es de esperar en toda tierna y entrañable fábula-, con un desfile sonoro y tonto de sus extravagantes modelitos, para descubrir una especial personalidad
que, desde el primer minuto, te suena boba, exagerada y aburrida pero..., avancemos en el teatro simplón, de dolor profundo y esperanza perdida a lo Michael Sparks, pero en más cutre.
Siempre hay un momento donde ella se hace respetar y el caballero, no-andante esta vez, deja de ser un capullo y permite hablen, rían y se conozcan para que la magia fluya inesperadamente...,bueno, se la veía venir, pues es un clásico dentro de su académico andar pero, prosigamos con el tostón pues..., por fin surge el buen samaritano, que está sufriendo desesperadamente por una injusticia accidental, y que la candorosa rosa recién llegada al castillo le hará olvidar, volviendo a sacar al válido hombre perdido tras ese cuerpo inmóvil, que aún recuerda quién fue y a quién le duele lo que es en el presente.
Y ella descubre nuevas inquietudes, y él cede en su necesitada ayuda, una situación difícil se plantea, que
la valiente dama sabrá resolver para ganarse la confianza y respeto de su complicado jefe al cargo, y todo discurre con armonía bella de narración necia y simplona.
Y el colofón de la enamorada aventura; el amargado paciente sonríe, dialoga, interactúa y ¡ya tenemos la estructura de la vomitiva leyenda!
No se que es más burlón, las escenas memas e ingenuas o los diálogos torpes e inútiles en la creación de ese bonachón, agradable e hipnótico ambiente, que no convence a nadie en su patraña.
Una pretty woman que, ni como cotilleo o curioseo convencería a una audiencia estupefacta de tanta candidez estúpida y planteamiento superficial y ofensivo que busca la bella fotografía, de pose graciosa, romántica y amable pero no aporta nada, excepto una mirada ridícula a tanta desfachatez de propuesta, que únicamente sugiere ¡esto es el cuento
de la lechera!, pero sin gracia, interés o atractivo que narrar.
Anulada motivación que avanza a falsedad descarada, donde sólo cabe respirar hondo para acabarla con paciencia de no desespero pues, incluso sacando el espíritu infantil y aniñado de cada uno, se acepta tal frivolidad hueca, estéril e inútil en atrapar al oyente, despertar tu cariño y que abrace su novelesca quimera.
Los dos guapos, en una dirección fácil y accesible para cualquier director con algo de experiencia televisiva, que parece guiada para celebrar el mensaje de la vida, el valor de su opcional acatamiento y la necesidad de amor en nuestra existencia para ser plenos y dichosos, todo desde una razón aburrida y desganada de tan insustancial relato.
Lela, panoli, bobalicona, insultante, anodina, idiota, se rodea de una atractiva banda sonora para paliar la flojedad y carencias de un guión pueril, débil y
enclenque que escenifica una payasada de tragedia y una burla de romance.
Y al final un poco de lágrima dramática, que siempre va bien en la decoración ñoña... y París, ciudad del amor, lo arregla todo.
Insulsa baratija.

Lo mejor; su banda sonora.
Lo peor; su material tan exiguo y soso.
Nota 4,1


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