sábado, 13 de agosto de 2016

LUV

Un niño huérfano de 11 años de edad se ve obligado a enfrentarse a la desagradable verdad acerca de su querido tío durante un día terrible en las calles de Baltimore.


A falta de ir a la escuela, es la vida la que enseña.

¡Se un hombre!, y a falta de un padre que cumpla con dicha tarea, será su idolatrado tío quien se lo enseñe, aprendizaje cortante, frío y forzado durante esas 24 horas de una compañía que mostrará su interior más sucio, herido y desesperado, por esa supervivencia en un mundo que se empeña en ponerle a prueba y llevarlo al límite de su paciencia.
“Hago lo que haga falta para que suceda”, respeto es la base, coraje el espíritu, determinación la clave de saber dónde ir y cómo llegar, te lleves a quien sea necesario para lograr tu objetivo, salir ileso y orgulloso de seguir adelante; “nunca dejes que vean tu miedo”, se inteligente y astuto, más rápido y eficaz que tus rivales, no hay amigos, la confianza no se entrega, por delante la mentira de una careta, cuyo porte es elegante y sobrio, aunque por dentro sea la mugre quien habita.
Un dúo discordante que aprenderá mucho el uno del otro, desde esa fraternidad familiar de colegas a la
inquietud, tirantez y peligro de ser socios en las turbulentas calles de Baltimore; Sheldon Candis ofrece un relato sereno y amargo, de caminar avispado, que va creciendo conforme se adentra en materia, un certero Michael Rainey Jr., como atrape de tu preocupación e interés, confirman esa desazón y nervio por un día libre de escuela, que le traerá el despertar sincero a la realidad dolida.
Porque la verdad está sobrevalorada, pues una vez descubierta tendrás que afrontarla, y nunca es plato de buen gusto lo que trae consigo, ya que la inocencia se termina y la fantasía se quiebra, para no
volver a permitir soñar con la posibilidad de ningún otro feliz cuento.
Es hábil y sencilla en su misión de entretenimiento, posee la capacidad de estrechar tu atención y que le dediques con gusto tu tiempo; nada nuevo, pero todo narrado con complicidad y eficiencia, con esa austeridad y franqueza de admitir “si no trabajas, no comes” pero preferir la ruta corta y acelerada, de efervescente adrenalina, que dicta resolución acuciante pues, “necesito ese dinero, ¡lo necesito!” palabras de un ex convicto, de un ex drogadicto, de un acorralado, ¡no hay más!
Sale niño de casa, pero sus impactados ojos y manos temblorosas vuelven como adulto firme y decidido; ha aprendido, “nadie puede protegerte de la gente mala”, excepto uno mismo, dura lección que ha sido grabada a fuego, en la creencia de un chaval que ha presenciado en exceso, ha oído lo que no debía y ha espabilado para sobrevivir al ser el más listo.
“¿De qué vas a ser dueño?”, de mi persona, de mi destino, de mi voluntad, mientras la siga conservando.
“Sólo hay un lugar donde me siento bien, un lugar dentro de mi donde puedo esconderme de todo”..., palabras de un crío, hombre a edad muy temprana.
Directa y solvente, cumple.

Lo mejor; posee retratado carácter de rumbo.
Lo peor; fácil adivinar los pasos de su guión.
Nota 5,7



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