lunes, 22 de agosto de 2016

Guilty

Tras una investigación poco ortodoxa, un inepto policía acusa a un polémico primer sospechoso cuando aparecen muertos una joven y un miembro del servicio doméstico.


Culpable..., ¡hay que encontrar a alguien!

El cierre de la película es un jarro de agua fría, abrupto desconcierto donde te quedas observando, callada y estupefacta a la espera de una explicación añadida que corrobore lo reseñado, que te de esa seguridad resolutiva por la que tú también has estado dudando, pues oír ambas conclusiones no hace decantarse a favor de ninguna de ellas, testimonio fiel de que el relato ha prendido mecha en tu interés y ha atrapado tu entusiasmo investigador durante todo su trayecto.
“Tengo fe en el sistema, espero que se haga justicia”, aunque es difícil llegar hasta ella cuando, el policial paso previo ha sido toda una ineptitud, de incompetencia mayúscula; toda una guasa, en sus pasos esclarecedores para el destartalado proceso de investigación al cargo, que haría gracia -de hecho, la tiene-, si no fuera porque están tratando con una gran tragedia, la muerte de una niña de catorce años y el sirviente de cincuenta de la casa, donde sólo habitan, aparte de los fallecidos, unos desolados padres, sobre los que recaen todas las sospechas iniciales.
Pero, cambiamos de analistas y subimos un peldaño de nivel en la asignación del complicado caso y, por tanto, todo cambia, éstos son mas listos y deben demostrarlo; nueva mirada, inesperadas pruebas halladas y diferente enfoque de conclusión opuesta, entran en escena nuevos posibles culpables y..., nuevo jefe de sección, quien no aprueba los métodos empleados para la obtención de dichas pruebas, es
designado, y un tercer equipo vuelve a dar nueva vuelta, a una rosca ya harta y desgastada de tanto abuso.
Atropello investigador, con consecuencias humanas y legales definitivas, que se mueven cual malabar circo, sin propensión ecuánime ni sensatez de dictamen, intentando llevarse la razón como premio vengador ante sus rivales compañeros; éstos no se apoyan, no colaboran, compiten y disputan a cual más torpe gallito ganador, apostando con la vida de quien, según parte preguntada, es el culpable.
Película correcta en la exposición de los hechos y del proceso policial y concluyente, no opta por bando, espera que tú lo hagas llegado el caso pero, “como una espina de pescado, trabada en nuestra garganta”, éste es molesto, indeciso y equivoco desde el principio, lo cual impide a cualquier equipo posterior -y a ti misma- fiarse de las evidencias, dado
el fiasco de aquellos que llegaron en primer lugar a la escena del crimen.
Teoría dos, ambas enfrentadas en su explicación y aclaración de lo sucedido, con diferente inculpado al término de cada una, y la ciega justicia, con su balanza de equilibrio -aquí desmadrada y nunca lograda-, a la espera de esa solución que aporte luz aclaratoria al caso; aunque, nadie parece observar que la dama justiciera, de igualdad para todos gracias a sus ojos vendados, maneja una espada en la otra mano, esa que corre a cargo de una policía oxidada, negada y caótica que, supuestamente, debe ayudar a nivelar dicha balanza, con su sabio y diestro esfuerzo de trabajo.
“Mejor liberar a diez culpables, que encerrar a un inocente”, loable teoría ética, cuya práctica pierde toda su moral en una historia veraz, humana y logística de cómo sucedieron los acontecimientos, en
un famoso caso real dado en la India; rigor informativo, acompañado del aroma personal de hacer las cosas de la tierra, su observación canaliza tu pensamiento, vives con inquieta nulidad su quehacer y modos de rutina, cierta ironía pícara y graciosa se cuela entre tanto desorden y necedad profesional, al tiempo que estás absorta voluntariamente por este solvente cine, de una región que se desnuda honestamente en sus vergonzosas entrañas.
Sólida y firme en su natural exponer, cruda e intensa en el desbarajuste de sus cartas, latente en el desmadre, corrosiva en lo legal, negligente en lo que uno cree que debe hacer, para destapar la verdad, y malograda en la costosa validez para hallar armonía
entre ambas; embauca y sugestiona con sencillez, con esa evidencia de contar con un estupendo relato y ejecutarlo con eficiencia demostrativa, de honestidad grata y disfrutada.
Buena historia, buen guión, buen compás, buena dirección..., buena sorpresa.

Lo mejor; descubrir, al detalle, el desarrollo del caso.
Lo peor; es un caso real juzgado, que sigue generando dudas.
Nota 6,4


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