viernes, 7 de agosto de 2015

Las novias de mis amigos

Narra las aventuras de tres amigos viviendo ese extraño momento en el que deben decidir "¿a dónde va la relación?" con las chicas que se encuentran saliendo. 


"Las novias de mis amigos", ¡si quieres llamarlo así! pero sólo es cháchara insustancial para rellenar mucho hueco frívolo pues, para niños grandes me quedo con Hugh Grant, quien lo bordó en su momento.
¿Las americanadas, en concreto las del norte entre México y Canadá, funcionan como descanso y distracción cuando tienes un mal día?, esas comedias simplonas, de recorrido vacilón, que venden diversión con chispa y encanto, con el guapo de turno a la cabeza abanderando un entretenimiento ligero, breve pero fructífero en cuanto a aliviar las penas, sin coste ni recargo alguno, ¿son todavía factibles?, ¿creíble su promesa de relajamiento y desenvoltura con alegría, sorna y humor estándar, nivel medio sin mucho esmero pero gran pretensión de gustar y agradar?
Personajes con papel cliché masterizado, no por calidad de contenido sino ¡de tanto verse repetidamente!, fórmula que se presenta, de nuevo, intentando homologar éxitos similares de parientes previos, que tuvieron la fortuna de lograr el aplauso y sonrisa de la dispuesta audiencia, porque ¡eso sí!, ésta acude con inclinación favorecida a degustar el espectáculo con ilusión y entusiasmo, por torpe y escaso que éste pueda llegar a ser pero ¿hay mínimos imperdonables para este recreo superficial de tono bromista?, ¿línea franquiciada donde está el límite de lo bueno, lo pasable y lo cutre, del montón que no superaría la prueba del algodón?
"No estuviste allí para mi cuando más te necesitaba"; Zac Efron como el Peter Pan que se niega a crecer por miedo al compromiso, quien se libró de la estela de "High School Musical" pero se está quedando atrapado en comedias banales de romance superfluo que no van a sitio alguno, cómoda casilla de la que parece no poder escapar aunque, ¡tiene su coste! pues hay que trabajar duro en el gimnasio para después lucir musculado cuerpo a la mínima que se pueda ya que, dado el obsoleto argumento de pocas ideas, pasos necios y el pobre guión que le acompaña, de sentencias gramaticales baratas, simples y banales de constante obsesión con la palabra pene, realizadas al son de las nefastas expectativas que se tenían en mente, se puede sentenciar que estamos ante un estéril estereotipo, vacío y cansino que da vueltas sobre la noria de su propio ombligo al ser incapaz de ir más allá.
Tres amigos liderando la noche neoyorquina, que temen ese horrible momento de "¿entonces...?", que deriva en profundizar en una relación que, hasta entonces, era pura diversión libre, sin ataduras ni consecuencias sólo que la juerga es para los actores, quienes consumieron el posible humor que únicamente ellos eran capaces de percibir durante el rodaje y se apropiaron, al tiempo, de toda posible alegría y júbilo porque el espectador mira las tonterías, escucha las bobadas y sigue las malogradas desventuras de poco tino, menos gracia, con espasmo de confirmar que, lo mil veces visto/hasta la saciedad expresado, puede seguir causando estragos en pantalla.
Soltura que se agradece pues no cuesta esfuerzo su consumo, agilidad rítmica y breve duración que reducen el hastío de la aguada fiesta y, un vagueo escenográfico generalizado que pretende, en su honorable fondo, que triunfe al amor contra viento y marea aunque, mejor sería especificar, contra la inutilidad e imcopetencia de un guionista-director, 
Tom Gormican, que en su primer estreno no tuvo gran inspiración o habilidad en realizar su trabajo, ya sea de escritura o dirección, pues la escasa papeleta que pueda salvarse de la cinta es gracias al temple, carisma y destreza del trio protagonista que, me reitero, lo pasaron mucho mejor que tú viendo esta cinta plana, carente, de dudosa jarana que tan pronto como es vista pasa al olvido, es más, incluso con velocidad más acelerada si cabe.
Volviendo a la cuestión de inicio..., ¿las comedias triviales todavía provocan el efecto deseado y esperado? No, cada vez menos cintas logran ese objetivo buscado, aún con toda la buena voluntad del público asistente; para ejemplo, la presente.
¿Entonces...? Lo has intentado pero no ha funcionado, mejor lo dejamos.



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