sábado, 7 de marzo de 2015

Haider

"¡Descaro!...,había un par de pájaros, macho y hembra, inocente era la hembra, sencillo el macho; cuando las montañas se cubrieron de nieve, un halcón malintencionado apareció..., acechaba las alas plegadas buscando encontrar su palacio destino; encontró un hogar en los sueños del ruiseñor y le picó con su veneno letal, puso veneno en las flores perfumadas..., puso trampas también, colgó dagas contra el macho, cortó las alas del pájaro..., hirieron al hombre encarcelado y lo ataron como un esclavo, lo llevaron al puente Jhelum y lo arrojaron al agua, Jhelum, Jhelum, Jhelum, su amor es rojo..."; Shakespeare, ¡te sentirías orgulloso!
Hamlet, de William Shakespeare, escrita entre 1599 y 1601, situada en el reino de Dinamarca, con la vuelta de un hijo príncipe que clama justicia por la desaparición de su querido padre, la inocente y engañosa madre reina de amor y codicia sin límites, el nuevo rey/tío sanguíneo de astuta argucia para coronarse, la bella dama/aspirante a eterno amor/ida de la cabeza/ahogada en su propia demencia, padre de tan hermosa damisela que tropieza con la accidental llamada a rendir cuentas, hermano codicioso que muere por propio veneno de su malvada ira, cómicos y leales amigos de la infancia hasta la muerte, los carismáticos enterradores y, un devoto espectro, inquisidor fantasma, rey/padre ultrajado que reclama venganza a su fiel hijo, una ficticia obra de teatro cuya escenificación de perverso fratricidio desata miedos, temores, excitación y un mar de confusión y caos donde la pureza de la verdad es descubierta, la impericia asesina a oportunos, la desesperación aniquila a inocentes y la mancillada luz vuelve a brillar tiñiéndolo todo de catástrofe, asesinato y muerte para descanso merecido de las almas ya hace tiempo fallecidas.
Representación en tablas de teatro por doquier, imposible de contar; su plasmación en gran pantalla..., la gloriosa Hamlet de 1948 de Laurence Olivier, la exquisita de 1996 de un obsesivo Kenneth Branagh, la osada de Mel Gibson en 1990 y, la más reciente, ubicada en Nueva York 2000 de Michael Almereyda e, incluso la exitosa serie "Sons of Anarchy" bebe y se alimenta de ella..., y siguen sorprendiendo las adaptaciones que de ella se realizan.
Da para mucho una obra tan antigua, ¿no?
En esta ocasión, situada en Cachemira, la India, donde un padre médico es capturado y desaparecido por el gobierno por ayudar y ocultar a la militancia rebelde, insurgencia, traición, deslealtad, corrupción, locura, enajenación, rabia, dolor, amor y mucha pasión en una loable, aguda, impresionante y meritoria adaptación proviniente de la tierra de Bollywood que se gana tu aplauso, merece tu respeto y la más sincera consideración por el excelente trabajo realizado y el soberbio resultado obtenido.
Vishal Bhardwaj enmarca tan épica historia a un presente vivaz, sólido y dramático con inteligencia maravillosa de encaje y visión espectacular de estructura, salvando distancias y concesiones sorprende su habilidad, emociona su eficacia, asombra su destreza, se agradece su ingenio, se saborea su osadía, seduce su sabiduría para ser fiel al espíritu y carisma del texto con letras y palabras más actuales, voraces y sentidas que nunca, retrato original, brillante y espléndido, inmutable dignidad y admiración de una hermosa patria india que nada tiene que envidiar a la gélida y apesadumbrada Dinamarca del principios del siglo XVII.
Altivez radiante de energía sobrante e ideas ocurrentes a la hora de fusionar un ardiente presente con un lejano pasado de tierras y épocas tan distintas, sólo cabe quitarse el sombrero y rendirse a la intuición, genialidad, prodigio de un espectáculo locuaz, impresionante y tenaz que aumenta su frenesí y delirio conforme avanza y profundiza en la materia.
Descubre este maravilla shakespeariana de sello hindi, fotografía exquisita, escenografía cautivadora e increíble maestría para transmitir tan artística pieza con aprecio, valor y magnitud de firmeza y esplendor, simplemente disfruta, rememora, aprecia y valora las buenas ideas teóricas llevadas magistralmente a una práctica sublime y apetitosa.
"Ser o no ser, he ahí la cuestión...", que cada uno resuelva la suya pero, sin duda alguna, aquí no hay cuestión que valga, ingenio y figura hasta la sepultura, ¡magnífica!



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