lunes, 16 de marzo de 2015

Kingsman. Servicio secreto

"El mundo está cambiando, por eso los aristócratas tienen cada vez menos carácter"; este aristócrata y toda su encantadora corte tienen carácter de sobra, simplemente observa, con gusto, este desfile osado, valiente y artístico, gamberrismo chistoso de parodia constante que se amolda a su propio estilo, con un héroe vestido a medida, un contrincante con gorra y zapatillas deportivas, un chaval que aspira a caballero y una ambientación brutal, de exquisitez llamativa, redondeada espléndidamente por su intuitiva y acorde banda sonora que, no sólo hacen justicia al cómic sino que, lo superan y homenajean con creces.
Se prepara una fiesta sorpresa, fin de aprendizaje de alegría, transgresión, desmadre y locura, no todos están invitados, sólo grupo selecto que sepa elegir bien la entrada y el asiento, hay que pasar duras pruebas, decidir sin lamento y, sólo tras mostrar tu habilidad y destreza para escoger con acierto e inteligencia, te serán dadas las coordenadas, lugar y hora para gozar de un espectáculo fabuloso de diversión y fantasía, ritmo y pasión combinado magistralmente con elegancia, estilo y sabiduría donde, bebiendo un poco de muchas películas, se consigue una excepcional recreación de un mundo seductor, audaz e intrépido que ni el martini de James Bond, ni el Big Mac de McDonald's ni la tortilla española.
"Nada como un argumento exagerado e histriónico", de inicio ardiente con un espléndido Dire Straits y Free Bird entre medias, donde encontrar a un agente sastre que ¡ríete tú de Pierce Brosnan en Panamá!, en busca de su pupilo sucesor que ¡ni Daniel Craig lo tuvo tan difícil para ello!, una sintonizada acción de armonía visual y danza calculada que se mueve entre la recordada Matrix y el siempre esquivo Jackie Chang, veloz, panorámica, milimétrica y estilizada en la cual, con gracia, talento y soltura es imposible dejar de ver fantasmas por todas partes de recuerdos añejos queridos, tratados con respeto, en un trabajo ingenioso, creativo, desprendido, radiante fruto de la magnífica unión Matthew Vaughn/Jane Goldman que se saborea a cada paso como un niño melómano que abre los ojos, sonríe, se queda atónito, explosiona con cada escena ascendente y donde, por una vez, ¡más es mejor!
"Hemingway dijo...,la verdadera nobleza está en ser superior a tu yo anterior"; sin duda, objetivo logrado pues la presentación que realiza de superagente Kingsman, con detalles y lecturas de todos sus hermanos previos que le antecedieron, es portentosa, eficaz, diestra y concienzuda, un carismático y distinguido Colin Firth que adiestra, sin apenas despeinarse o que se muevan sus gafas -¿acaso se le caía el sombrero a Walker Texas Ranger en el cumplimiento de su deber, se quitaba su gabardina Colombo o perdía la descarada sonrisa Will Smith, con sus gafas negras, al cuidado de la seguridad mundial?- a un Taron Egerton como aspirante al trono que debe lucir el traje, los zapatos, gemelos y paraguas con la misma dedicación y arte que su inolvidable mentor, un guasón Samuel L. Jackson de malo millonario que quiere salvar al mundo a través de criba genocida que elimine residuo de población desechable y, un desfile de anécdotas a degustar, aventuras a rastrear, fotogramas a vibrar y una potencia, rapidez y vigor que, aún reconociendo que resulta larga, se compensa con una traca final de ruido exquisito y fascinante surrealismo, orquesta de sublime luz, sonido y color al ritmo soberbio de una voladura de cabezas de genialidad inmensa en un baile, de enérgico compás de un destructivo videojuego, donde estallar, al tiro sonoro de una mascletá, las cabezas opulentas de los ricos y poderosos con mirada alucinada de sonriente alegría eufórica.
"Los modales hacen al hombre" y, esta versión de un 007 juvenil, presentada por tan fructífero tándem director/guionista es exquisita, de gran placer en su consumo, de apetencia admirable en sus imágenes, de fervor perplejo en su original conejo sacado de la chistera, brío y emoción, agilidad y maestría, inteligencia y humildad de no necesitar preguntar dónde ir porque sabe dónde va y cómo llegar, portentoso camino de golpes, muertes, fanfarronadas y caricaturas de gran pericia, coraje y honor que no sólo entretiene sino que eclipsa, nubla y acelera en su atractiva violencia, devoción garantizada, simpático andar de cómica base y compañía genial.
Subidón de adrenalina con momentáneas paradas moderadas que, instantáneamente, cogen de nuevo el vuelo, no te arrepentirás de haberla visto/lamentarás no haberlo hecho.
Empieza la cuenta atrás, todos en su sitio, silencio..., 3,2,1, ¡se rueda!..., por suerte, ya no hay marcha atrás.
Disfruta de esta excelente ocurrencia.



No hay comentarios: