viernes, 13 de marzo de 2015

Matar al mensajero

"Ahora que sabe la verdad se verá, confrontado, con la más importante decisión de su vida; oh, sí ¿qué sería eso?; decidir si desea compartirlo o no".
Si no puedes acallar la noticia, mata al mensajero, apaga al iluminati, silencia al escritor anulando su credibilidad y mancillando su reputación, todo vale en el amor y la guerra y nada como crear una que despiste y entretenga al personal, muerte mediática del osado investigador periodista para tapar la maldad virtuosa de acciones inmorales que aplastan víctimas inocentes pero, se lavan la cara con la moral pública; "el fin justifica los medios" aunque manche de sangre muchas manos y dicha honorable finalidad sólo beneficie a unos pocos, los de siempre, sin variedad en el tiempo ni el espacio.
Todos los países guardan porquería en su pasado, basura maloliente que sigue apestando a lo largo del tiempo porque, nadie se ha atrevido a airear tanta suciedad y limpiar sus cuartos trasteros y, para cuando alguien, por accidente ocasional no pretendido, encuentra esa llave que abre tan soporífero, apestoso y vergonzoso baúl de los recuerdos se le persigue, acosa, estigmatiza, asusta y acorrala hasta que flojeen sus fuerzas físicas, ánimo y voluntad y ceda ante el poder instituido o, utilizamos los maleables medios de comunicación para despistar la noticia principal por un sensacionalismo inventado, pero fructífero, que ponga en duda la veracidad, honorabilidad y buen hacer de su responsable.
Normalmente, este tipo de películas, pretenden contar silenciadas verdades, llevar el fango de lo político a la esfera de la sociedad civil, hacer justicia a sus protagonistas, a estos anónimos héroes que, sin conocimiento de la mayoría de la población, contribuyeron a hacer de este mundo un lugar mejor, más limpio y decente donde vivir pues, la historia, de por sí, es bastante injusta en su selectiva memoria ya que, al ser escrita por los sobrevivientes, designados a si mismos como lícitos y honestos vencedores, ésta se acomoda en exceso a la conveniencia e interés de los mismos.
"Los caminos del Señor son inescrutables, (Isaías 55)" y, por lo que parece, los de la CIA no quedan muy lejos de ella pues, ante el emblema "cuando se trata de drogas y alcohol, di no" pronunciadas por Nancy Reagan, mujer del presidente de los Estados Unidos, parece charlotada irónica, sin nada de gracia, que ¡ni Gila al habla con el señor de la guerra!
"Algunas historias son demasiado ciertas para ser contadas" y, en esta ocasión, la potencia, fuerza y vigor de la misma parecen no estar al nivel de lo esperado, no es corrección narrativa, simple cronología informativa de los hechos lo deseado ante el escándalo de la financiación de la Contra nicaragüense, a través de la permisiva e impulsada droga en barrios negros marginales, por parte de la CIA y, silenciado publicitariamente por el semen de un presidente en el vestido de su becaria.
Que no se entienda mal, es interesante, digestiva y gustosa de visionar pero lejos de ser impactante, demoledora e incómoda ante la garra y adrenalina que debería desprender, un Jeremy Renner esmerado, aplicado, serio e involucrado en su actuación que ejecuta con gratitud, firmeza y convencimiento su representación del malogrado reportero, muchos secundarios de nombre recordado y cara conocida y, un director, Michael Cuesta, cumplidor en su cometido; ningún pero y objeción/tampoco halago alguno, nada que recriminar/nada que destacar o acentuar, pulcro, lineal y comedido se ciñe en demasía a los datos y no arriesga en su labor principal, una dirección absorbente que narre la chapuza y vergüenza política de siempre, ya ni anecdótica por las muchas veces visto -pues, de susto y espanto ya estamos curados-, de manera original y única de forma que tu recuerdo se siga asombrando tras su punto final y no se queda con ganas de que fuera un punto y seguido de continuación, un poco de tensión, duda profesional y el discurso ético oportuno más, merecida foto final homenaje a la estrella.
Está bien, es justa y adecuada, limitada a lo sucedido, buena y complaciente en general pero..., ¡qué lejos queda de "Todos los hombres del presidente"! y, aunque nadie pide un manjer todos los días, excelencia apetitosa que sacie completamente, por lo menos si arriesgar en el trabajo porque, si nos ponemos a ello, lo hacemos sin medias tintas, porque, ir pa'na es tontería y, el tiempo es oro como diría Constantino Romero.
"Ahora que sabe la verdad se verá, confrontado, con la más importante decisión de su vida; oh, sí ¿qué sería eso?; decidir si desea compartirlo o no"..., "escribiré la historia".



1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena película, interesante y atrevido punto de vista sobre el caso..