sábado, 8 de agosto de 2015

Testament of youth

Una mujer británica recuerda su juventud durante la Primera Guerra Mundial en este relato autobiográfico de Vera Brittain, ambientado entre 1913 y 1925, ya adaptado para la televisión por la BBC en los años setenta. Justo tras el estallido de la I Guerra Mundial, la joven Vera duda entre sus estudios en Oxford o convertirse en enfermera para ayudar a los heridos en el frente.


El relato de amor no es una gran historia, únicamente cortos esporádicos de insinuación, y la plasmación de la guerra no es la más horrible narración proyectada, por tanto ¿que queda?..., la suavidad y finura de un romance de delicadas maneras, que se deja impregnar por la maravillosa forma y presentación de una fotografía exquisita y deliciosa, envuelta en un esmerado vestuario que la perfecciona y decora con estima, placer y gusto más, una tenue y frágil incursión en los estragos de un desvastador conflicto ofrecido desde la mirada de una mujer enamorada, rodeada de muerte, que intenta mantener la mente ocupada para que los recuerdos, la añoranza y honda tristeza no la embarguen y lastimen para siempre; todo ello ofrecido con lentitud, espaciosidad, elegancia y pulcritud, distinción de firma y apariencia para quien cuenta su experiencia desde la serenidad y amargura de recordar.
La vista será complacida, el oído saldrá grato del hallazgo, el raciocinio y espíritu, que le anda al compás y acecho, no tanto pues es poca la pasión y delirio que se siente, mínima la alteración sufrida, escasa preocupación la de su mirada, menor aún la pena infringida al alma, el corazón sigue con su constante bombeo rutinario sin sufrir percance alguno, y la motivación pende de un hilo al observar sin comprometer, al percibir sin implicar.
Un diseño concienzudo, sólido y ensalzable que produce insuficiente rendimiento en el recuerdo, sentimientos exiguos los despertados por esta bella dama cuya vida no transcurre como tenía previsto; prestas atención a sus palabras, interés a sus actos pero no se confirma, ni el apego ni la disposición a vivir su ardua aventura con exarcebado carisma y plenitud de emoción.
Bella presentación, apreciada envoltura, concisa elaboración que alcanza para la adecuada descripción de los hechos, para aplaudir la serena confianza que transmite Alicia Vikander en su espléndida, sensible y absorbente actuación pero, a tan loables méritos resta puntos la vivencia de su ilusión, el temor de su pérdida, el arrebato de su espontánea decisión, el coraje y valentía de afrontar su nueva e inesperada existencia ya que, lo que por un lado es consistencia inflexible, por el otro es tenacidad que retrocede dado el ínfimo alcance que otorga a sus venas, por las cuales, claro está que corre sangre por ellas aunque, no lo bastante vigorosa y densa como para perpetuar su memoria.
Brillantez escenográfica no compensada con el esplendor de las sensaciones recogidas, su esencia camina soberbia y altiva pero no se capta la grandeza de su hermosura, de su dolor, de su lamento y regeneración más allá de la lectura cognitiva de su manifiesto, escrito en espléndidos fotogramas, la osadía de querer nutrirse del resto es entusiasta meta que ni se toca ni palpa.
Quedas a las puertas de sonreír, padecer, llorar y amainar todo lo respirado y sobrevivido por Vera Brittain a quien, James Kent, refleja con habilidad y desvelo pero, cuya observación sólo deja una minúscula huella de lo que fue y vivió esta mujer, personalidad que se forjó a base de golpes y reveses para llegar a donde no se tenía previsto, por ruta nunca imaginada aunque ¡no es acaso eso la vida!
Decepción no es una reseña apropiada, gozo tampoco sería adjetivo conveniente, simplemente te informas de su esperanza, devastación y entereza, recorrido de cuatro años que pasan de la ingenuidad del primer roce al martirio de jamás tener la posibilidad de una caricia extra, extremos que se rozan pero nunca conviven al tiempo, espacio para uno/aniquilación para el otro, su seducción es afable, grato su atractivo aunque complaciente, eufórico y saciado sea cosa diferente; cordial, gentil y ameno se acercan bastante más pero ¿es realmente eso lo que se busca?, respuesta que dará entrada a la gratitud, desdén, desamparo o complaciencia por ella.
Mi resuelta incógnita me llevó a un prudente equilibrio medio, de personal disgusto afectivo pero, admirada destreza y esplendor reconocido en el boceto e imagen aunque, no obstante y sinceramente, un ecuánime estado no era lo que pretendía sino, el triunfo de ambos componentes enlazados en enérgica y resistente coincidencia.
Aprueba, con evidencia de repliegue en intensidad y ganancia.



2 comentarios:

Unknown dijo...

Interesante tu punto de vista a mí francamente me parece excepcional. Hay muchos fac­to­res con­cu­rren­tes que per­mi­ten que Testament Of Youth cale hon­da­mente. En pri­mer lugar se des­taca la narra­ción de Kent quien en todo momento optó por la sobrie­dad y el bajo per­fil para lograr que el drama adquiera fiso­no­mía pro­pia sin nece­si­dad de recu­rrir a esce­nas en los cam­pos de bata­llas; en su lugar, expone a los heri­dos y mori­bun­dos del com­bate en las salas de los hos­pi­ta­les. Tam­bién es meri­to­rio seña­lar cómo frente a un tema tan dra­má­tico el rea­li­za­dor supo evi­tar que las emo­cio­nes se des­con­tro­la­sen aun­que per­mi­tiendo que el espec­ta­dor se invo­lu­cre de lleno con lo que está presenciando. Otro de los aspec­tos de inte­rés reside en el exce­lente elenco que el rea­li­za­dor ha sido capaz de reunir; así, Vikan­der trans­mite con su lumi­nosa pre­sen­cia todos los mati­ces que atra­viesa Vera frente a la pér­dida de sus seres que­ri­dos. De verdad no se la pueden perder ya que es una gran historia.

Unknown dijo...

Siempre es interesante otro punto de vista; gracias.