jueves, 10 de marzo de 2016

El nuevo nuevo testamento

¿Qué pasaría si Dios existiese y viviese en Bruselas? Dios en la Tierra es un cobarde, tiene patéticos códigos morales y su conducta con su familia es odiosa. Su hija Ea, que se aburre mortalmente en la anodina Bruselas, decide rebelarse contra su padre, entra en su ordenador y desvela a todo el mundo el día d su fallecimiento, con lo que hace que de repente todas las personas reflexionen sobre qué hacer con los días, meses, o años que les quedan por vivir.


Quijotesca quimera, de nutrición dispar.

La he cogido con mucha ilusión y ganas, ánimo y confianza de pasar un rato espléndido pero, poco a poco estas aventuradas esperanzas se han ido desvaneciendo; ¿por qué?, buena pregunta que no deja de revelar del todo su incógnita escondida pues, era interesante y sugestiva la muestra de un Dios capullo, mezquino y desgraciado que se odia a si mismo y que vuelca su frustración, pésimo humor, decadencia y mala leche en su creado mundo, que tiene vicios, mujer amedrantada e hija que le aborrece, y cuyo único hobby y consuelo es acudir al ordenador de la existencia humana para divertirse jodiendo la vida de sus habitantes, más una cid campeadora que se revelará contra la influencia paterna, se liberará de su yugo y entrará a formar parte de uno de los nuestros.
Sólo que es ahí, en esa llegada accidentada y desconocida a sólida tierra donde empieza a ceder parte de su encanto y seducción primera, donde la ironía original y mordacidad provocadora, de apetitosa presentación, continúa su rumbo pero perdiendo lastre y efecto, capacidad de entusiasmo y de acidez en su aliciente pues, el encuentro, narración y contacto con los seis apóstoles y sus pretendidas nuevas escrituras adormecen, en lugar de mantener vivo el interés y su acompasado arrebato.
Desfallece todo el acelerado frenesí y socarrón fervor de inicio por una languidez y menopausia que, ocasionalmente muestra todavía síntomas aislados de su gracia, ocurrencia y sabiduría, por plasmar tanta brillantez de ideas en fresca y punzante letra pero,
en términos generales, ha cedido su osadía, ingenio y desvergonzada voz por un ralentí apagado, de personajes poco atrayentes, cuyo sabor no está a la altura del plato prometido, al sentarse a la mesa de tan vigoroso y desmadrado comensal.
Sátira envuelta en magia para desvirgar una realidad que se ofrece como alternativa, cuento bíblico convertido en show de marionetas de una humanidad al capricho de su egoísta y malcriado mandatario, la inocencia y beatitud como opción lela y altruista que pueden contra el desdén y la amargura, todo un cómico manuscrito que posee valiosas y afiladas perlas que azotan, impactan y deslumbran, un apartado chistoso y divertido que se entremezcla con otros roces menos gustosos y nutritivos; Jaco Van Dormael sigue la estela de la dulce fantasía como fábula reveladora de un presente amargo, con ese exquisito toque de excelentes sentencias de colisión escénica, aunque las susodichas no mantengan su alto poder de dialéctica e imagen conforme avanza el relato.
Estamos ante un nuevo caso de teoría apetecible y gustosa, de escritura inteligente, imaginativa, aguda
y dispuesta con armas eficaces, para la aparición de la sonrisa y su posterior carcajada, pero que en la práctica de su consumo se devora y analiza, reflexiona con esa misma aptitud de concordancia que no logra pasar de la mueca puntual y de una risa esporádica, una vez se llega a suelo terrícola y tangible, siendo el cochambroso apartamento celestial digno titular confirmado de ese humor y sagacidad latente, recibida, aceptada y sentida.
“Soy Ea, la hija de Dios, y me he escapado de casa”, tuve la ayuda de mi travieso y desaparecido hermano y de colegas perdidos y al uso que me acompañaron, esta es la historia de mi cambio de residencia y
adaptación al nuevo destino elegido, la picante y astuta diversión de mi antiguo hogar se irá diluyendo y pausando, sin intención pero de fruto apreciable; la vis comediante, de apertura explosiva y pertinente, pasará a un cuenta gotas de menor emoción y absorción en su caricatura.
Se estima y valora el descaro de su planteamiento, la perspicacia de su estilo, la revolución de su alternancia aunque, la verdad, esperaba reír y divertirme más.
“La vida es como una pista de patinaje..., si no hay aire, los pájaros caen”: éstos no llegan a caer pero si descienden el vuelo, al perder destreza e intrepidez su aire.
El nuevo, nuevo testamento se localiza en Bruselas, pero su confección no alcanza para la sesión completa.

Lo mejor; la picardía y originalidad de su propuesta.
Lo peor: su prometedor despertar se devalúa.
Nota 6,2



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