jueves, 17 de marzo de 2016

Grandma

Elle acaba de romper con su novia Olive, cuando su nieta Sage aparece inesperadamente pidiéndole dinero con urgencia. Aún dolida por su ruptura sentimental, la abuela Elle y Sage pasarán todo el día intentando conseguir dinero visitando a antiguos amigos, lo que hará que comiencen a desvelarse secretos del pasado.


Abuela con temperamento y nervio pero, sin dinero.

Cinco horas de compañía de una peculiar abuela con su urgida y necesitada nieta, para hacerse una idea de la vida general de éstas y de las decisiones tomadas, mientras tanto, por el camino; una urgencia familiar, de una joven en apuros, hará que la matriarca familiar tome cartas en el asunto, al tiempo que muestra la categoría y vigorosidad de una marcada personalidad que arrasa y deja huella por donde pasa.
Tres generaciones de mujeres emparentadas, no obviar a la madre que queda entre ellas, para hacerse una leve idea de sus relaciones y del recorrido tomado por las mismas, especialmente la líder, gran protagonista de toda la frenética carrera.
Lectura de un presente, tenso y ardiente, que no adentra en demasía en sus vidas personales, únicamente ofrece la mínima información para confeccionar un telar con sus puntos claves, realistas, serenos y tratados con la dignidad de una normalidad que no debería destacar pero, por desgracia de un lento avance de esta sociedad, aún lo hace.
Sustenta todo su poder, gracia y atractivo en esa carismática figura, de acento fuerte y carácter señalado, que desprende ira y cabreo con el mundo, pues falta en él lo más importante, su amor de 38 años y de una feliz vida compartida.
Lily Tomlin, explosiva, intolerante, ardiente,

impulsiva..., única para exhibir esa determinación y voluptuosidad de quien está pasada de todo y vive lo que le queda con aguante y muy mala leche, rapidez furtiva para exhibir esa evolución feminista y el derecho ganado a tomar sus decisiones con naturalidad, sin exageraciones ni dramatismo, pero sí con una clara precipitación, dado el justo tiempo con el que se cuenta.
Una sincera exposición de sentimientos y emociones, de rencores y cuentas pendientes, de lastimosas decisiones que marcan una existencia; honesta, sencilla, cómica en su tragedia, trágica en la distancia relacional que une a este clan descendiente cuya mayor es la piedra angular que inició una educación, estilo y libertad de opción aquí tratados con la calma, costumbre y franqueza que debería existir hoy en día.
Un hombre, Paul Weitz, como director y escritor de sencillos personajes femeninos que dicen mucho con su porte, anclaje y comunicación seca; no necesitan más, es llana, fresca e íntegra, no hace gala de valentía ni empuje porque, narra lo que gusta
expresar con la sinceridad tranquila de quien lo tiene todo asumido y es parte de su rutina; no hace propaganda de nada, ni tampoco reivindica, no juzga ni moraliza, expone a una abuela/madre/nieta y las difíciles elecciones llevadas a cabo entre amoríos, traiciones, decepciones y desengaños.
Con modestia, traspiés y atropello enlaza, la cara curtida de una mujer experimentada, con la piel tersa de quien está empezando su andadura y la madurez carnal de quien está entre ambas; una comodidad curiosa y óptima que no alcanza estallido ni devora, pero sirve como pasatiempo ameno y grato, breve pero válida por el desparpajo de su comandante y por la aceptación, sin complejos ni turbación, de su elegida travesía.
Echarle un vistazo y saber de ellas es fácil y no se lamenta.


Lo mejor, la sinceridad con la que expone su presente.
Lo peor; una aceleración de poca duración.
Nota 5,8


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