miércoles, 9 de julio de 2014

Oculus

No empieces un juego si no estás dispuesto a perder, a aceptar las consecuencias irreparables de tus actos inconscientes, valentía mal entendida que se convierte en torpe precipitación, error de cálculo a la hora de juzgar y valorar las habilidades de tu enemigo, múltiples y variados recursos que te harán perder la razón y tu lugar en el mundo. Un espejo bello y maldito como rival a batir, seis peones -dos de ellos como pareja doble- en duelo mortal continuo, un único superviviente, jugadas estratégicas que mezclan el pasado con el presente, la realidad con la fantasía, una acertada combinación de tiempos y espacios para crear una digna escenografía ambiental-psicológica, hábiles trucos mentales de confusión, mentira y engaño que te mantienen en suspense y te atrapan en cauto silencio, que sin usar el arma socorrida de la sangre a borbotones ni un espeluznante terror de sustos, gritos y miedos repentinos es capaz de mantener tu atención en vilo y la tensión curiosa de tu mirada fija en pantalla para seguir el desenlace de la partida y el justo no-sorprendente ganador con gustoso entretenimiento y más esperado placer del previsto. 
Dentro del género de los fantasmas no es su mejor representante, del clásico de los horrores está bastante alejado, de los zombies ni hablamos, a fantasía terrorífica no alcanza a menos que le des mucha cortesía, no saltarás de tu asiento a menos que te pique el culo, tus piernas temblarán por alguna araña inoportuna o mosca cojonera que quiera molestar, no es un guión de contenido innovador ni actores que deslumbren a su paso pero atrapa tus ojos y pica tu interés, un razonamiento lógico enfrentado a la locura inexplicable de quien sabe-algo-pero-nadie-cree que no llega a cotas altas de máxima y potencial expresión pero se defiende con valor y coraje en un terreno explotado en demasía y con calidad discutible. 
No sacia almas en pena ni estómagos hambrientos, no cubre demandas de alto standing pero es un completo y apañado tentempié cuyo disfrute satisface el momentazo calmando la ansiedad incómoda del hambre no resuelta, inhóspito vacío inerte relleno con un sabor corto y temporal que proporciona tibio esparcimiento y grata compañía. Convence con pocos recursos, ninguna novedad, arte limitado y sin saturar. 




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