martes, 1 de julio de 2014

Tokarev

Una versión diferente del típico relato esperado que no convence ni acaba de satisfacer todas tus expectativas, ilusiones que se mueven en un nivel medio templado sin despegue de toda su potencia ni alcance; acusaciones a la carta, sospechas infundadas, ironía cruel y apuñalada mortal que no tasan con la intensidad del filme. En la teoría la película da la talla, cumple con los requisitos mínimos exigidos, existe una bella y atractiva armonía entre los hechos y su por qué, entre los sentimientos y la motivación final que lo pone todo en marcha; en la práctica se echa de menos más rotundidad, acción y adrenalina que mantenga la tensión a un buen nivel, más fuerza-vigor-potencia en los movimientos que logren atrapar tu mirada y eclipsar tu mente. La explicación sencilla siempre es la correcta y son nuestros miedos y remordimientos los que nos llevan a confusión y a un juicio erróneo que lo complica todo y nos convierte en víctimas de nuestros propios pensamientos, en ejecutores de nuestros amigos, en salvajes asesinos sin piedad con una devastada pérdida del alma y la razón, la cordura y el sentido que lo nubla todo pero que, en esta ocasión, no se ve recompensado con la firmeza de los actos, la robustez de los hechos, la emoción de lo vivido; la impotencia-desesperación de un afligido padre ante la pérdida de lo que más ama que no se extiende con contundencia a la efectividad de sus puños, su explosiva rabia no es representada por la energía de sus manos, por el impacto malvado de sus actos, únicamente escenas aisladas logran capturar tu aliento y absorber tu atención, una resolución final que mantiene tu curiosidad pero que no va acompañada por el ímpetu-nervio-aliento irresistible de un trayecto tormentoso, por la devorada angustia de quien se sabe perdido, por el horror espeluznante de quien ya no siente ni ama, una desconexión palpable y lamentable que tiene consecuencias pues tu entusiasmo y suspense, brío y pasión no encuentran cobijo ni acomodo desde el cual mantener su posición sólo el nivel de un frenesí que aparece ocasionalmente, donde el deseado ardiente fervor que no te permita respirar es pobre y nunca confirmado y donde las muestras intermitentes de un atractivo vigor que hipnotice tus ojos y cautive tu alma no deleitan. Nicolas Cage a la cabeza de un proyecto de violencia poética poco contundente cuya evolución decae por la inconsciencia de un director cuya imaginación no le permite decorar con tajante precisión sus propias ideas, remate decisivo de los mandos de una nave cuya tripulación flojea pues falta consistencia y solidez, impacto y asombro..., falta Liam Neeson destrozándolo todo, poniéndolo todo en su sitio, cautivando tus emociones con su sola presencia y alentando tu insaciable arrebato de acción, golpes y adrenalina como toca, 100% en teoría, práctica y efectividad. Ale, ya lo he dicho, que a guuuusto me he quedado!!!




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