viernes, 30 de mayo de 2014

Alabama Monroe

Una maravillosa, espléndida, impactante banda sonora para un relato intenso, inquietante y sutil en el que sólo cabe tomar aire y respirar profundamente pues es soberbio en su inmensa emoción y sublime en su delicada sensibilidad manifiesta; la estimulante banda sonora como abrigo protector, marco decorativo sumamente imprescindible, sofisticado cálido manto, elemento clave en la exposición del nacimiento de un amor, su explosiva madurez, su máximo summum con la llegada de un hijo en común y su inevitable destrucción, caída en picado al ocaso más oscuro y aterrador que la vida te puede proporcionar. Juega fantásticamente con los tiempos, alternando un presente monstruoso con un pasado feliz y extraordinario, la magistral alegría vivida con la amarga tristeza sentida, la resplandeciente sonrisa de un expectante futuro con la terrorífica y espeluznante muerte como protagonista, final trágico de un increíble y fabuloso cuento hecho realidad que la vida se encarga de cerrar y eliminar; el acierto y la magnífica conjunción de los dos protagonista delante de la cámara, su perfecta armonía y espléndida combinación es de una altiva calidad a ser honestamente apreciada, chocante sincera calidez, grávida emoción imposible de no captar o apreciar símbolo de la exhibición de emociones diversas -amor, pasión, alegría, ternura, sacrificio, tristeza, dolor, desesperación...-, a cual más vivida y sufrida y a la espera de una sorprendente y espeluznante tragedia a descubrir tras desenvolver el majestuoso regalo recibido. Melodrama familiar que sin aportar novedad alguna no vista anteriormente va calando profunda e intensamente en tu esencia divina, haciendo mella en tu alma más devoradora e inquieta, perforando poco a poco un robusto y firme interior gracias a su maravillosa funcional conjunción y alternancia entre música, sentimientos y buenas interpretaciones más un inteligente, suave y sensible guión que sabe conducir al espectador con ferviente delicadeza y tenue percepción pues, sin percibirlo y sin apenas ser consciente de ello, te vas involucrando más y más hasta vivir, sentir y caer con los propios cantantes solistas de una banda inolvidable, sofisticada armonía de un conjunto cuyo resultado final es de célebre júbilo por la sensación aportada y de honda pesadumbre por la visión reflejada; una magnífica combinación de ingredientes comunes, al uso, para un plato delicioso, de rico sabor divino para todo paladar ávido de nutrientes que sacien la despierta hambre acumulada; tres estrellas Michelín que no esperas al sentarte a la mesa pero que aceptas con gratificante placer y sentida gratitud pues su llegada es un soplo de aire fresco a abrazar y disfrutar.



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