jueves, 22 de mayo de 2014

Una noche en el viejo México

No me quejo de la dirección ni del trabajo de Emilio Aragón pues éste se defiende valientemente, cumple sobradamente con su labor realizando un trabajo sencillo, de fácil ejecución y con una exposición de los pasos a seguir, del enfoque y marcaje de las escenas, obvio e indiscutible, rodaje formulado casi de memoria, de manual de libro enseñado en clase; en cambio, la historia que se nos relata es pobre en su contenido, palpable limitación que se siente en demasía y que cuenta con unos personajes muy lentos e insuficientes en sus funciones de levantar alguna pasión, emoción o interés afectivo más allá de continuar la historia por inercia correlativa, acabar la visión de lo empezado a pesar de la obviedad de su resultado, movimientos de fácil anticipación y armonía adivinable que conforman un producto demasiado lineal, sin sobresaltos o sorpresas espontáneas que eviten un incómodo bostezo anticipo del diminuto entusiasmo que despierta en el espectador asistente. Correcta en todos sus límites, cumplidora en su formato, el único que parece haberse divertido es Robert Duvall que campa a sus anchas, con el enfoque de la cámara siempre sobre su persona y con un papel protagonista que le permite lucirse y explayarse todo lo que quiera aún contando con un guión y unos diálogos que no facilitan su labor pues están llenos de frases formuladas a corte y confección, poco creíbles y de nula absorción, negativo efecto calmante, comida sin especies o aliciente que te permita disfrutar de ella aparte de alimentar un estómago por necesidad biológica -comer hay que comer, otra cosa es que la comida sea deliciosa!-. No hablamos de un manjar exquisito ni de una cena inolvidable; al contrario, el recordatorio a momentos similares ya vividos, a muchos otros relatos ya visionados es constante, agravio comparativo en el que no sale ganando, mismo beneficio que obtiene el público en su inútil afinidad e involucración personal. Correcta, adecuada, exacta, cumplida, decente..., no son calificativos que sacien tu espíritu emprendedor, que conmuevan a un corazón desganado falto de vitaminas, de chispa, de una adrenalina necesaria que evite que el bajo mundo de la droga y el asesinato, el complicado mundo de las relaciones familiares y el placentero encuentro del amor resulte tan poco estremecedor, nimio y de consecuencias tan poco productivas, levedad ensoñadora que no buscas, ligereza narrativa que no deseas y que anula cualquier posibilidad de conseguir más de un justito aprobado que compensa a medias las expectativas creadas.




No hay comentarios: