viernes, 6 de junio de 2014

Amores asesinos (kill your darlings)

"Algunas cosas, cuando las has amado una vez, son tuyas para siempre y al intentar dejarlas ir, dan una vuelta atrás y vuelven a ti, se convierten en parte de lo que eres o te destruyen". Si no conoces la historia real de los personajes, sus escritos y obras publicadas, sólo verás un montón de palabrería, jóvenes universitarios de cháchara emulando a un sofisticado "El club de los poetas muertos" que viven de ilusiones habladas en las que te pierdes y no acabas de participar; si sabes de la importancia de los nombres que conforman el relato no cambiará mucho tu opinión excepto que sabrás que no es discurso gratuito, vocablos lanzados al vacío infinito sino que poseen un fondo visceral de grado supremo. Con todo, cuesta admitir que, excepto la maravillosa y estimulante banda sonora, gloriosa y pegadiza música de los 40-50, el filme cae en saco roto, rebeldía contra las instituciones, quebrantamiento del orden establecido, innovación y originalidad frente a lo arcaico, levantamiento de espíritus osados que tienen sus propias ideas e ímpetu suficiente para llevarlas a cabo..., todo ello es un ejercicio de lectura cognitiva, pensamiento racional que en ningún momento vives, sientes con pasión o haces tuyo; devotas y alocadas interpretaciones -un reconocido y respetado aplauso para todos los actores-, para un camarote de lo hermanos Marx que transmite celos obsesivos, devoción amorosa, amistad descontrolada, dependencia afectiva dejando la importancia literaria, relatividad de ideas y pensamientos alternos a un lado, en segundo plano, cuando debería ser el azote principal, entusiasmo subversivo que alentara tu espíritu. Todos los halagos que se quieran para describir una época altruista, rompedora pero siempre desde la consciente percepción, la mental absorción, nunca la palpitación emotiva de un corazón que se sienta atrapado e hipnotizado por los hechos narrados; la afinidad e implicación del espectador en los marcados y expectantes eventos es mínima y superficial, invención poco imaginativa para una dirección que no ha sabido captar mi locura por estos atrevidos y maravillosos locos. "I say the best mind of my generation destroyed by madness"; me hubiera gustado ser parte de ello, permiso de entrada concedido de disfrute poco sentido, tibia desilusión no grata que oscurece todo su objetivo.




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