martes, 10 de junio de 2014

Maléfica

Dónde está la gran maldad de Maléfica?, su gran y devastadora venganza?, su maligno genio y figura?, su temeroso poder que lo corrompe todo? Porque no pongo en duda el esplendor y la belleza de Angelina Jolie representando a la hada sin alas protectora del reino del bosque, su encanto y atractivo, exquisitez para encarnar a esta heroína-villana herida en su alma, su majestuosa e imponente presencia, su cautivadora e hipnótica mirada pero, es suficiente sólo con eso?, la historia no cojea un poco en su contenido? Porque esta nueva y peculiar versión de La Bella Durmiente parece realizada a trazos discontinuos sin tener muy claro su camino o el rumbo a seguir, una originalidad que se abre paso a golpes ocasionales de la inspiración de sus guionistas y que queda en clara y triste evidencia en el resultado final obtenido. No se puede vivir únicamente del hechizo de la estrella protagonista, no se puede salvar la papeleta confiando únicamente en la maravilla de los efectos especiales, no se puede descuidar la base y centro de un relato que es eterno y mítico cuento de princesa; reclamo la falta de solidez, ausencia de estabilidad, de una estructura más loable..., no sólo cuidar y mimar mi vista con la impresión de una preciosa escenografía sino conmocionar todos mis sentidos, alegrar toda mi revivida infancia. No logra atrapar mis emociones, ni embrujar mi corazón, ni enamorar a mi alma, ni alterar mi espíritu o despertar e ilusionar a la inocencia de mi querida niñez que aboga por resurgir en estas fantásticas fábulas y regodearse en toda su magnificencia; no consigo volar tan alto ni con tanta majestuosidad como nuestra reina destronada, no logro caer ni derrumbarme con ella, el dolor y las lágrimas de su maltrecho y angustiado corazón no llegan a mi alma, su inesperado encuentro de la felicidad y del amor verdadero apenas rozan mi piel..., demasiada ligereza y liviana superficialidad para una potente actuación y una esmerada puesta en escena que merecían un apoyo y un pilar más consistentes. Ojos más que satisfechos pero..., unas desérticas emociones que se pierden en un raso y llano paraíso. Realiza bien sus tareas? Nunca -es juicio falto-, siempre -es alabanza perdida-, a veces -es justa medida-, un resultado medio que no compensa la ilusión de esa niña que quiere soñar, amar y sonreír con el deslumbre de un relato fantástico.




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