domingo, 1 de junio de 2014

En la flor de la vida

Un frustrado sexagenario que se cree en la edad del pavo, una anciano octogenario modelo de nada, una relación paterno-filial poco avenida y una bella chica de la limpieza, encantada y ausente de la cruel existencia, que vive según le marca la ensoñación de su linda cabecita; un trío no muy convincente pero presentado con encantador arte que vive más de la fantasía romántica que de la realidad, más de la hermosa imaginación poética que de unos ilustrados hechos que conduzcan al espectador por el maravilloso camino del amor. Con puntos de inflexión irónica y gracia intermitente avanza con firmeza temporal la relación masculina, adultos entrados en edad -y de piel fofa y superflua- que deben superar su síndrome de Peter Pan, aceptar la realidad que marcan sus años y la posibilidad, cada vez más patente, de una acosadora muerte que ronda a sus anchas cuándo y por dónde quiere; todo ello adornado por la frescura de una joven y seductora mujer que consigue palpitar su tierno corazón y hacer volar su joven e imperecedera alma soñadora. Ligera y complaciente, sin aportes importantes en su breve pero importante recorrido pero con la fuerza suficiente para encantar y seducir mínimamente pues no adolece de nada para sus aspiraciones de tibia simpatía y suave cordialidad; pequeños toques seductores, otros de efecto más pausado, que conforman un conjunto dulce y ameno, divertido en escasos y breve momentos, tierno y frágil en las señaladas escenas sentimentales, marcadamente afectivo en la maduración del guión y conformista en sus pretensiones. Película francesa sobre el amor soñado, el amor pretendido y el amor obtenido con una frescura agradecida en su formato y unas dignas interpretaciones que permiten mantener el nivel gustosamente aceptable de todo el relato; realizada para todos los públicos, sin ofender a nadie pero tampoco alterar a persona alguna o suscitar deseo alguno de pasión o excitación. La inactividad emocional del público asistente nunca es buena!!!




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