domingo, 20 de noviembre de 2016

Amor y amistad

Año 1790. La joven viuda Lady Susan Vernon acude a la hacienda de su familia política, con la intención de acallar los rumores acerca de su vida personal y sus flirteos en la élite social. Mientras está viviendo allí, decide buscarse un marido para ella y para su hija Federica, aunque la joven es reacia al matrimonio.


Churchill, church-hill, estaba la iglesia, pero no la colina ¡jajaja!

Jane Austin siempre es un placer de lectura, a cualquier hora, en todo momento; escritos ingeniosos, románticos y pícaros, donde la ceremonia formal de las costumbres lo llenan todo, deslumbre de emociones, conflictos, alegrías y martirios, todo en uno a cercanía numérica de página, según se va indagando en su narrativa.
En esta ocasión, la cinta parte de “Lady Susan”, obra menos conocida para el público, adaptada para una corta narración de amor, amistad y traición, donde las artimañas por colocarse en la sociedad y recuperar el honorable prestigio perdido presiden la mesa, así como su manipulada conversación de objetivo calculado.
Empieza con la presentación de los personajes y su situación estratégica en el tapete a dibujar, para pasar a brillar con su alegre estética, sus apetitosos diálogos y su frescura casera, en ese remolino de astucia e íntimos encuentros de programada fase, según deseos de la dominante pieza del juego.
Una serpiente en el jardín del edén, para contaminar y arrastrar la inocencia de los puros de corazón, esas bienintencionadas almas, viciadas por los malignos planes de una seductora carnal, de perversa mente y espíritu interesado, según posición conveniente.
La coges con la ilusión de quien firma el libro, en el cual se basa la película, esperanza de placer auditivo y riqueza visual que no defraudan aunque, también es cierto que el ánimo y anhelo por ella disminuyen lentamente, al no ser la jocosa retórica, de deseos ardientes, hoguera de las vanidades que presumías.
Una joya de néctar, cuyo sabor consumido no alcanza tan gran sabiduría placentera; magnífica Kate Beckinsale, como directora de toda una orquestada
patraña, de éxito glorioso a la vista, un adaptarse a las circunstancias y sobrevivir, siendo la mejor en alcanzar la posición perdida.
Sin desdeñar un ápice su excelente guión, el encuentro no ha sido tan grato y ameno como se antojaba, mayor pasión y devoción por sus rocambolescas argucias se echa en falta; sin duda tenía una idea distinta de lo que iba a recibir, lo que puede haber condicionado mi abierta recepción por ella, pues apreciando lo visto, no estoy contenta y satisfecha del todo, más bien conformada por una razón que me apremia a considerarla en meritorio grado, a pesar de que mi esencia no ha alcanzado posición tan estimada.
Técnicamente todos los halagos, en la práctica menos encanto, este amor, lleno de traicioneras amistades calienta, que no arde; cotilleo burgués complaciente, según la energía resolutiva del observador paciente; es medida y pudiente, se controla para no desmarcarse de la línea, no es fogosa, es prudente y previsora, pequeña dosis, de espléndido estilismo, a través de esos eternos paseos, por decorados jardines de aburridos adinerados, que con su cháchara y argumentación irónica logran un bonito
cuadro, de mirada exquisita y delicada, pero no excesivamente nutritivo para un corazón, más hambriento de dolor romántico.
Desvergonzada feminidad, que coquetea sin pudor y maneja los rumores a su antojo y conveniencia, con esa hipnótica arpa, que abre la escena con vigorosa catarsis, pero que pierde fuelle según va tocando su melodía de intrigas; no es queriendo, no es rebuscado, es el sentimiento aspirado de quien solicitaba más romance trágico, de absorbida verborrea delirante y cautivante.
“Demasiado viejo para dejarse gobernar, demasiado joven para morir”, y en ese desacierto quedo, pues es correcta, que no fantástica.

Lo mejor; Kate Beckinsale y sus diálogos.
Lo peor; afecta escasamente a la ansiosa alma.
Nota 6,3
interpretación 6,5 guión 6,5 realización 6,5 montaje 6 fotografía 6,5 música 6


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