martes, 8 de noviembre de 2016

Goodnight mommy

Es pleno verano, y dos hermanos gemelos esperan pacientemente a que su madre regrese a casa tras una operación de cirugía plástica. Cuando llega con la cara completamente vendada se muestra fría, distante y obsesiva. El cambio en su personalidad hará que los niños se pregunten si la mujer es realmente su madre o se trata de una impostora.


“Mañana despertarás de tus sueños”..., no de tu pesadilla.


Tres personajes y una casa rodeada por un bosque, lejos de cualquier contacto humano, son las cartas de presentación de este sobrecogedor drama; sin información de entrada se presenta con un rostro oculto por venas, de operación previa, y con el miedo de dos niños, Elias y Lukas, hermanos gemelos que están viviendo una pesadilla, pues su supuesta madre, de nuevo rostro aún no descubierto, se comporta de manera extraña, autoritaria y temerosa, para dos desamparados retoños que se sienten intimidados y asustados.
Inquietante y siniestra, y aún me quedo corta, juega con la sorpresa final, con el cambio de roles conforme vas descubriendo los hechos; minimalismo de espeluznantes silencios donde el mal y la inocencia se confunden, aprisionamiento sin escape, de torturado vuelto depredador, que no duda en aplicar mayor baremo de crueldad, asfixia y desorden a un carcelario, que ya no tiene las llaves de la trastornada cordura, y se ha convertido en preso de sus propios reos.
Con lentitud y sabiduría crea expectación y angustia,

incomprensión de un comportamiento materno que va elaborando, cual araña tejedora, una catarsis explicativa que colapsa con remate lo ya visto anteriormente; sencilla pero rotunda, vacía pero cargada de dolorosos sentimientos, que únicamente en ese enfrentado desenlace, de amarga y agitada resolución, salen a la luz de esa oscuridad perturbada en la que se mantiene constante el vidente.
Modesta, efectiva, lúgubre, terror psicológico del estilo de “Los otros”, de similar carácter y temperamento, que con su dilación de pausa y ausencia de diálogo abre una hondonada de interrogantes, sobre la anómala relación familiar que se observa.
“¡Tú no eres nuestra madre!”, o sí, o puede que esa no sea la cuestión principal, todo un interesante enigma que estupefacta, hiela y atrapa; las
actuaciones de los niños son mejorables, pero se compensa con la intensidad aislada, solitaria y escondida de lo desconocido, que tortura y desasosiega hasta sobresaltar emotivamente en su encaje lógico, donde la alteración se vuelve asombro, del tortuoso daño de fondo.
Adorable falta de empatía y desconexión con los personajes, como clave del disfrute incomprensible de lo impenetrable a primera vista, paciencia y atención para una diestra dirección que juega con los claros y oscuros, con el suspense estático, con la rebeldía escapatoria, con el sentimiento anti natura, con el miedo indefenso, con el abuso desquiciado,
con el infierno inocente... para dar las buenas noches justo en el momento oportuno y desvelar un misterio que acaba contigo, pues tras tanta angustia de encierro senil, es el espectador quien se colapsa, ante una mirada y reflexión que olvida la sensatez de la razón y se deja llevar por la conmoción de las emociones.
Buen trabajo de Severin Fiala y Veronika Franz, producción austriaca cortante, severa, gélida y determinante; imposible quedar indiferente y al margen, aunque no sea tu género favorito, si tienes calma y aguante de inicio, la espera merece la pena.
Psicología de sexto sentido, cuya perversidad presente es adulta y lobezna por partes iguales; tú serás la mayor víctima de tanta aflicción macabra.


Lo mejor; el inaccesible suspense que genera.
Lo peor; la interpretación infantil.
Nota 6,2
interpretación 5,5 guión 6,5 fotografía 6,5 música 5,5 realización 6,5 montaje 6,5


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