jueves, 17 de noviembre de 2016

Blackway

En el boscoso y agreste paisaje del Pacífico noroeste, una joven, Lillian, regresa a su pueblo natal pero se ve acosada por un violento ex policía.


Cara de poker, en una aburrida partida.

Se persigue a un fantasma, del cual sólo se oyen historias de su crueldad y fechorías, de su libertinaje de acción y opción de hacer lo que le venga en gana; todos le odian, todos le temen, todos se mantienen alejados de él, nadie se interpone en su camino y así se evitan oscuros problemas, provenientes del mal en persona.
Pero dos valientes caballeros, que no bajan la cabeza ante quien abusa del inocente, deciden defender el honor de la dama mancillada, esa desvalida mujer que se halla amenazada, y en peligro de daño y muerte, y ante la cual únicamente un viejo solitario, con cuentas pendientes, y un dependiente joven tartamudo se ofrecen para prestarle su ayuda; “necesita hacerse”, es el lema y la excusa, y un pueblo extraño, alejado del camino, el lugar escogido para hacer las cosas a su manera, como únicamente allí se saben hacer.
“No es tu pelea”, ni parece la de nadie, pues no levanta entusiasmo, fuerza ni interés por ella, más bien es un poco patético y ridículo verles circular de lugar a local distinto, en su destartalada camioneta, preguntando repetidamente dónde está el peligroso maromo, y oír el mismo consejo de huida y abandono de la ciudad, como contestación estándar.
No hay tensión, no hay incertidumbre, no hay suspense ni inquietud, el ambiente en ningún momento se carga de estrés o adrenalina, de susto, sorpresa o inesperado acojone, sólo se desplazan en
busca del demonio, en un enfrentamiento final a la desesperada, por encontrar la emoción y nervio hasta ahora ausentes.
Anthony Hopkins está mayor, y se le nota, se limita a decir sus frases sin mayor gloria, y el resto, Ray Liotta, Julia Stiles, Alexander Ludwig..., más o menos lo mismo, intento infructuoso de pasión o algo por el estilo y ¡eso es todo, amigos!; noventa minutos facilones y desganados, que tenían buena pinta hasta que descubres que no hay material, ni sustancia, ni prototipo de base, únicamente robotizada andadura, de nula atmósfera, para personajes pilotos, cuya profundidad tenebrosa se queda en la mente de un guionista, que imaginó un suculento relato, pero que fue incapaz de llevarlo a cabo.
¡Qué pena su falta de gloria, su escasez de mira, su limitación creativa!, no es un thirller de suspense y acción, es una broma de cine descafeinado; ¿dónde
está Blackway?, ¡a quién le importa!, pues visto lo visto, no vas a ir a mejor, tanto si lo encuentran como si siguen preguntando.
El reto no es hallar a Blackway, el reto es hallar el nunca poseído carisma, aunque ¡como retener lo nunca tenido!, mal andaba ya desde el inicio.

Lo mejor; el elenco de actores.
Lo peor; lo mal aprovechados que están.
Nota 4,6
interpretación 5,5 guión 4 fotografía 5,5 música 4,5 realización 4,5 montaje 4


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