viernes, 4 de noviembre de 2016

Cuando tienes 17 años

Damien, hijo de un soldado, vive en un cuartel del sudoeste francés con su madre, que es médico, mientras que su padre está en misión militar en África Central. En el instituto sufre el maltrato de uno de sus compañeros, Tom, cuya madre adoptiva está enferma. La repulsión y la violencia que muestran el uno hacia el otro se está volviendo problemática; pese a ello, la madre de Damien decide acoger a Tom bajo su techo.


..., una tortura silenciosa, de confundida mirada.

Nadie dijo que enamorarse fuera fácil, ni que vivir el amor diera seguridad de continuación de éste; miedo, desconcierto, incertidumbre, la vida se nutre de ellos, pero también de cariño, alegría y esperanza, pues mientras se está vivo la oportunidad existe, sólo hay que darle espacio y tiempo para que llegue, crezca y madure.
Pero la paciencia no es la mayor virtud de la adolescencia, con sus hormonas en ebullición, sus arrebatos tempestivos y sus incontrolados deseos, de efecto inmediato pero reflexión lenta y atolondrada; el cuerpo manda, para errar en forma y precipitarse en valentía, y así dar paso a una reposada razón que confirma los sentimientos y mueve, de nuevo, a ese efusivo traje corporal, ahora sí, con más acierto.
Dos jóvenes, de distinta crianza y experiencia desigual, cuyas confundidas emociones marcan su pauta de andadura, en una tensa relación de atracción/desprecio, que irá progresando según las circunstancias les unan y den lugar a bajar la guardia, intimar y descubrirse.
La mirada/el recelo, las dificultades/las comodidades, la gratitud/el vilipendio, lo dicho con la mirada/lo silenciado con las palabras, los puños ante la ausencia de abrazos, el golpe de las manos, como anhelo de caricias lejanas; los 17, una edad complicada, ardiente, temerosa, vibrante y llena de opciones, aún se está por conocerse, por reforzarse con la sólida confianza de los años, pero por ello mismo todos es nuevo, inocente, torpe y aturdido, hermoso e inhóspito, ferviente y doloroso.
André Téchiné ofrece el relato juvenil de un amor, que madura y se afianza mientras la vida pasa y sus
emociones, ilusiones y pormenores marcan la existencia y la personalidad de sus allegados; naturalidad y cercanía, viveza y compartida empatía son sus triunfos, te mantiene con entusiasmo, con dedicación, con expectativa atenta a sus trimestres, una sentido año escolar, de inolvidables sucesos y recuerdos de por vida.
La comparativa situacional atrae, interesa su equívoco juicio, seduce su actitud mutua, caldea su fogosidad invernal y su florecer primaveral, todo es Tom y Daniel, dos jóvenes situados en los pirineos franceses, que están por entrar en la edad adulta con todo lo que ello conlleva; pero su historia no acaba de definirse con concreción, toca muchos puntos sin explotar ninguno con plenitud, para conformarse con ser agradable y simpática.
Sin duda gusta, les coges cariño y sigues su rumbo con entretenimiento grato, sus interpretaciones están abiertas a formar parte de su narrativa, avanza con exactitud consciente del control de los tiempos y, aunque cercioro que falta más incursión aflictiva e
intensidad afectiva de curiosidad no resuelta, también confirmo que no se echa de menos durante su concentrada visión; una entrega satisfactoria, absorbente y digerible, gracias a la apertura cariñosa de sus tres intérpretes en sus respectivos personajes.
¿Cómo se combina ambas sensaciones?, nada más acabar estás contenta y complacida con la narrado, a medida que digieres su consumo echas de menos una exploración más profunda, más redondez en su remarque, mayor absorción en su sensibilidad expuesta.
“...te falta confianza en ti, en los demás, en la vida misma”, son los diecisiete, sus portavoces por igual se apasionan, retraen que se vuelven locos de
impotencia, todo por saber se creen que ya se sabe, con energía sobrante ésta domina mayormente las acciones aunque, ya la cavilación y su pensamiento empiezan a surgir con fuerza, todo se vive con potencia y entusiasmo para, por siempre, ser recordado.

Lo mejor; la comodidad transmitida de sus actores.
Lo peor; el guión, en el fondo, simplemente busca agradar, no perforar.
Nota 6,1


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