jueves, 3 de noviembre de 2016

The daughter

Un joven regresa a su ciudad natal y descubre un oscuro secreto de la familia que podría destrozar las vidas de aquellos que dejó atrás.


Sobrevalorada oculta verdad.

“Con el tiempo es mejor una verdad dolorosa, que una mentira útil”, por tanto, y en boca de un alcohólico en plena borrachera, “no necesitas sentir miedo de la verdad”, se supone que ésta une y hace libres, pero te equivocas, algunas verdades son innecesarias, no aportan nada bueno ni ayudan lo más mínimo, únicamente destrozan y causan profundo dolor ajeno, irremediable, y no todo el mundo está preparado para una imprevista sinceridad, que romperá corazones y fustigará la inocencia dichosa de estimadas y bochantes almas.
“Es tan antiguo como las montañas”, historia tan vieja como el mundo y, aunque es fácil adivinar el secreto de su drama escondido, no importa, su punto álgido mira hacia los sentimientos de quien, devastado, quiere hacer partícipe a los demás de su mísera ruina y destrucción, pues el mal compartido se lleva mejor y no hay peor sufrimiento que padecer roto y hundido, mientras los de alrededor viven su felicidad con jodida alegría, sin miramientos hacia tu invasora desgracia.
La familia, su pasado, presente y tapados vaivenes, las relaciones paterno-filiales y el amor, recibido u obviado, como centro de la polémica; son los actores los que sostienen la película, su sólida y marcada interpretación, de involucrada generosidad, absorbida plenamente por el vidente, puesto que el relato, en sí, no llama poderosamente la atención, es una clásica tragedia de familia pudiente, en el mundo rural de un pequeño pueblo, donde los secretos
revelados tensan las relaciones entre ellos.
La dirección presenta, como lanza seductora y diferencial de un suceso cotidiano, según épocas y niveles, el letargo escénico, la paciencia observadora, los paisajes comunicadores, la fotografía atestiguada, una visión y habla desconectados por aflicción y hallazgo, con esa gestualidad de incendiado contraste..., como parte reclamante de su hábil escogida manera de relatar una sensible crónica, que va directa al matadero explosivo de la inoportuna honestidad, a través de un hijo dolido, enfadado y colérico, con su afortunado padre odiado.
“¿Podría ser tu hija?”, y el deshojo de la margarita lleva a un sí de respuesta confirmada por el propio argumento, para introducir al espectador en esa inquietud, de participar de la verdad y temer si ésta será revelada o silenciada por su involuntario receptor, angustia no demoledora, pero si preocupante de seguir los pasos y actos de este
anulado retoño, ya crecido, que tiene excesivas cuentas pendientes sin aclarar ni resolver.
Padre que decepciona, más hijo resentido, igual a esa tercera opción que aún está libre de carga y tiene a su disposición el no heredar la costosa y amarga herencia familiar; adaptación de la obra de teatro “El pato salvaje”, es emotiva, frágil y lacerante, se viven sus sentimientos con la serenidad y temple de una introducción calmada, sin prisa pero con paso firme, que como los buenos cuentos introduce despacio a cada personaje, su lugar y situación, para más tarde, y con la misma tranquilidad y sosiego, romper la
beatitud y clamar al infierno por lo hecho.
“The daughter”, la hija de todos y de nadie, toda luz, sonrisa y alegría, inteligente y curiosa por edad y conocimiento, de personalidad única, su ignorancia será un regalo arrebatado por sorpresa, de inevitable desgracia.
“Después de la verdad, no hay nada tan bello como la ficción”, y en ella preferirían estar.

Lo mejor; sus actores y fotografía.
Lo peor; en su tardanza por arrancar puede perder adeptos.
Nota 5,9


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