martes, 22 de noviembre de 2016

Un traidor como los nuestros

Una joven pareja británica se va de vacaciones a Marruecos. Allí conocen a un carismático millonario ruso que asegura pertenecer a la mafia rusa, donde es el mejor del mundo blanqueando dinero. El mafioso les invita a una fiesta donde les pide ayuda para solicitar asilo político en Inglaterra a cambio de contar todo lo que sabe, desenmascarando a todos los implicados, sus compañeros mafiosos, banqueros e incluso políticos británicos...


Rutinaria velada, en buena compañía.

El nombre de Le Carré impone mucho más carisma, interés y fuego que la cinta creada, basada en su libro; Susanna White rueda un correcto, corriente y solvente thriller que no hierva la sangre, ni despierta grandes tormentos por sus personajes.
Y con esas que te quedas pensando, por qué no ha funcionado mejor, por qué no estás más cautivada por lo observado y más entusiasmada con lo consumido.
Los actores aprueban sin duda alguna, son el mejor cartel de venta para acercarse a ella, la historia es una más, pero cumple con su pertinente proceso de trama, posible intriga, deseado desasosiego y resolución del enredo pero ¡cuidado!, no te ilusiones tan pronto!, que luego se lamenta.
Que puede verse, cierto/que deja huella, ninguna, y con esas eres testigo de una visión acomodada, oportuna y intrascendente que llena el tiempo, con un espaciado pasatiempo tenue y ligero y, ¡párese de contar!
Un honrable profesor de poesía y su letrada esposa, en plena crisis matrimonial se embarcan, por elegido

azar de necesitado mafioso, en una pretendida tensa correría por salvar a la familia de éste y garantizar que la otra parte, servicio secreto londinense, cumpla su parte y no se aproveche de la desesperación de un marido/padre, con la espada y la pared oprimiéndole al máximo; “¿por qué crees que te eligió?”, por honesto, confiado e ingenuo, también porque “no había nadie más en el restaurante, aquella noche”.
“Todo tiene consecuencias”, y éstas se dejan reflexionar tras su enmarcado final; no vas a hablar con pasión de ella, no vas a recordarla tras verla, es plácida y pasajera, atributos poco recomendables para el género del que se trata; tampoco lamentas la elección pero, no esperes vigor, emoción y adrenalina en dicha traición.
Los personajes merecen una incisión más a fondo, el espectador desea más acción y contundencia en la conspiradora trama, la evolución necesita más credibilidad que un simple escoger, tirar los dados y
esperar ganadora jugada; todo bien, gracias/todo descafeinado, se siente, es un estándar desayuno que no es meritorio, ni peculiar, ni el mejor probado, pero sirve para el caso, para alimentar, entendido como adquirir calorías, no como degustar un espléndido y suculento plato.
“¿Qué estoy haciendo aquí?”, presenciar los tejemanejes de las altas esferas, donde la gelidez de la moralidad ficticia acepta dinero lleno de sangre, no importa de dónde venga; sin la habilidad del sastre panameño, ni la fidelidad del jardinero, se oferta este
manuscrito sin angustia, nervio ni estrés, siendo su logro ser comedida y discreta en su adaptación al mismo.
El libro no tira cohetes/la cinta no explosiona como debe, son tal para cual, modestos, dispuestos y convenientes, que no astutos, perspicaces e inteligentes.
Ni rusos, ni británicos lucen en exceso.


Lo mejor; retrata con fidelidad el libro.
Lo peor; éste no es gran cosa.
Nota 5,5
interpretación 6 guión 5 realización 5,5 montaje 5,5 música 5 fotografía 6





No hay comentarios: