sábado, 15 de noviembre de 2014

Escobar: Paraíso perdido

... y mis ojos vieron, por vez primera, la luz en esta tierra y fue tal el horror hallado que todo mi ser fue aniquilado.
A muchos, el título de la película les va a echar para atrás, les hará retroceder a la hora de escogerla..., ¡Escobar!, ¿qué pesado, no?..., craso error y no sólo por la magnífica, cautivadora, penetrante, fascinante y verosímil encarnación de Benicio del Toro de este personaje, ya histórico, difícil de catalogar sino porque vivirás a través del joven insulso e inocente protagonista el descubrimiento del mal hecho persona, del diablo con cara de ángel, del criminal más despiadado y espeluznante-padre devoto presente-marido fiel santificado, un cristiano amante servidor de Nuestro Señor que no le tiembla la voz cuando ha de sentenciar las ordenes que le dicta su escabrosa conciencia, un relato en exquisita y explosiva línea ascendente que empieza con una idílica entrada al paraíso de una tierra sugerente con un efusivo amor encontrado, que continúa con su placentera acogida e introducción bondadosa en la familia  para dar un giro de 180 grados y convertirse en un espantoso, inquietante y agobiante thriller de 
persecución y caza al testigo donde la verdadera cara de un voraz asesino sin escrúpulos ni piedad es descubierta, donde el sadismo más macabro y perplejo sale a la luz, donde la ironía mordaz y esperpéntica de la combinación de imágenes crueles y mortíferas junto al cariño y amor más selecto ofrece un cuadro atroz, hipnótico, abominable y feroz en su aceptación, rechazo y seducción del cual te será difícil no salir impresionado y abrumado por la cantidad de barbaridades que acabas de visionar.
"Camino a la perdición" de inicio "Amor a primera vista" con rastro de "Inocencia perdida" pasando por una bienvenida a "La gran familia" y "Adivina quién va-a-ser-asesinado esta noche", una mezcla potente-brutal-desquiciante-inquisidora-asfixiante que te atrapa sin apenas darte cuenta con su lenta y aburrida calidez y bonaza primeriza que adquiere forma tensa, expectante y precavida en su interrogante medio para finalizar en una ruta sin freno ni control de destino forzoso y brazo ejecutor limpio que no duda ni sufre ni muestra aliento más puro y deseoso que el abrazo para con un hijo mientras mata a otro al mismo tiempo.
Amén de la loable interpretación del susodicho actor que se come la pantalla con su sola presencia y anula a quien está alrededor, se cuenta con un excelente guión de argumento pausado de menos a más, que va adquiriendo forma, adrenalina, fuerza e intensidad conforme avanza en un proceso de tensión, emoción y captura por la revelación y evolución del hombre familiar amable-tierno-amigo entrañable y querido al ser demoníaco-infernal-atroz-sin compasión que se muestra hacia el final, y ni siquiera hablamos de un doctor Jekyll-mr. Hyde alternos sino de la conjunción de ambos al unísono, de la aversión estremecedora de dar un beso a su mujer, utilizar de mensajera a su niña, rezar y ser bendecido por el representante del Señor mientras están matando a la oveja de turno correspondiente sin miras ni remordimientos pues todos, sin excepción alguna, son rebaño a su servicio, todo un ferviente y bestial beso de Judas de condena mortal ejecutada sin perdón.
No dejes de lado este Bambi escorpión-encantador de serpientes que juega al tiro al blanco sin ensuciarse las manos, déjate llevar por una comida de digestión lenta, suave pero segura y consistente, combustión impactante de recuerdo fructífero y hondo donde introduce sus ingredientes a fuego lento para preparar la ardiente aparición de ese teatro espectacular donde la máscara es retirada y se descubre la verdadera cara que escondía tan bello comportamiento de palabras amables y acogedoras, un inmutable y conveniente Mowgli que no derrama una lágrima ni duda a la hora de usar, abandonar a sus fieles amigos en la arrasada jungla y buscarse refugio más acomodado en la ciudad fuera ya del libro de la selva.
¡A salvar el culo, caiga quién caiga!, toda una filosofía de vida.


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