sábado, 22 de noviembre de 2014

Hamilton: en interés de la nación

Gusta, engancha y es efectivo él, no así el hilo argumental.
Hamilton es un espía sueco que lleva 20 años al servicio del interés de la nación, que está cansado y quiere cambiar de vida pero, un espía nunca está inactivo por mucho que él quiera pues los intereses de la nación están por encima de la persona; en esta caso, hay que proteger la honorabilidad y prestigio de su país que vive bajo el lema "Suecia no vende armas a países en guerra" y cuyo error, pues hay unas armas suecas en Afganistán en manos rusas que acaban siendo robadas por contrabandistas americanos y usadas en un atentado político en Somalia, le da carta blanca para matar en nombre de su país y por interés de la nación, única excepción en la que se permite asesinar y ejecutar a un espía al servicio de su país.
Una introducción jugosa que no resultará tan deliciosa ni suculenta en la práctica pues a pesar de contar con un protagonista atractivo, frío, cortante y efectivo de movimientos firmes, rápidos, contundentes y efectivos y una acción medida, decisiva, adecuada y efectiva su trama no es ni agradecida, ni apetecible ni sabrosa ni efectiva -de ahí que me permita esta pequeña introducción- y aunque es característica de este país ofrecer relatos complicados, arduos y pesados cuyo camino diverge en muchas ramas y canales diversos todos ellos conectados conforme avanza la investigación y resolución, en esta ocasión, el intento de provocar una guerra para continuar con la venta de armas por parte de empresas sueco-americanas con intereses políticos añadidos -vuelvo a excederme en la explicación porque incluso a mi misma me ha resultado costoso llegar a ella durante su proyección- 
resulta de una nimiedad escasa y pobre dada la dificultad de su seguimiento y entendimiento, trabas que van en detrimento de un relato que cuenta con ingredientes propicios, adecuados y efectivos para ser un thriller de acción de gusto inminente y, esa es la percepción que obtienes al leer la sinopsis, visionar el tráiler e informarte de que está basada en un relato de Jan Guillou dirigida por Kathrine Windfeld y, con el estilo propio observado en ejemplos precedentes dentro del mismo género para el país de procedencia del que parte.
Sin embargo, a pesar de contar con un perfecto Mikael Persbrandt de mirada gélida, pasos convincentes de peso rotundo y percepción muy efectiva vinculado internacionalmente en el cumplimiento de su deber patriótico y seguir sus pasos con esmero y empeño, dedicación e interés, la gratitud de lo obtenido se desvanece al no captar con precisión y al ritmo que se mueve nuestro héroe solitario y al compás que ocurren los hechos esa intensidad, estímulo y adrenalina que debería surgir espontáneamente, una pasión que se reduce a observarle actuar sin degustar su por qué pues la seducción de su motivación se pierde y transforma en un simple verle trabajar y ejecutar, en tibieza poco gratificante y estimulante.
Sabes por dónde va, intuyes su proceder pues no difiere su historia de muchas otras similares pero, no logra alcanzar las cuotas de cautividad y emoción deseadas, no nutre el alma ni despierta sensaciones profundas acordes a lo narrado, vale como entrega rutinaria de un paquete acoplado al standard generalizado utilizado en la mayoría de los casos pero, no deja huella, explosión ni recuerdo o asombro perplejo, más de lo mismo con el acople del estilo afilado, seco y punzante de la filmografía sueca y una confusión añadida dada la torpeza explícita y expositiva de la trama que se pretende aleccionar.
Atrapa el protagonista, el carisma de su ser y su persona, la efectividad de sus manos, la contundencia serena de su ánimo, espíritu y su maltrecha y castigada conciencia, no tanto la misión encomendada que no necesita de tanto giro de tuerca poco efectivo ni la escasa tentativa de quienes la ordenan, tal vez por ello este James Bond sueco había decidido abandonar y luchar por una vida propia, teniendo en cuenta ¡cómo le usan!, ¿quién no lo haría?



No hay comentarios: