jueves, 13 de noviembre de 2014

Si decido quedarme

Literatura adolescente llevada a la gran pantalla intentando emular éxitos precedentes de hermanas casi gemelas que circulan y se mueven por sendas tan cercanas, parecidas y, en ciertos aspectos, iguales que podrían ser ofrecidas en un maratón continuo de sesión ininterrumpida y dejarse de tanto cuentagotas aunque, el estreno de ésta ha sido tan cercano a "Bajo la misma estrella" que en la comparativa y expectación, sin duda, sale perdiendo.
Introducción de familia idílica, prototipo de felicidad, comunicación, alegría, sonrisas y salud emocional, todo un ¡guay del paraguay!, cuyo brutal accidente inesperado obligará al espíritu de la joven protagonista en coma a decidir si vale la pena seguir viviendo o si abandona y se deja llevar al más allá, todo ello con alternos flasback de relato y memoria de su inicio, desarrollo y vivencia de su perfecto y romántico amor verdadero expuesto en un tono dulce, cálido, suave, tranquilo y reposado que apenas transmite nada más allá de cuatro momentos de emotividad que puedan valer la pena.
Percepción muy ligera, superficial y nimia para intenciones tan profundas, penetrantes y dramáticas, debilidad que no logra motivar o hacer aparecer la tan socorrida lágrima buscada, alguna mínima implicación o, ni siquiera, un posible y deseado nudo en el estómago pues tus sentimientos no bailarán a ritmo alguno, tus emociones no sentirán ni vivirán intensamente su vida, levedad de una rotativa que pasa a pies juntillas por todo su contenido.
Intenta recrear un impacto ambiental, huella exclusiva y conmoción en sus personajes que nunca se percibe, distancia sensitiva que sólo permite hablar de una visión plácida y relajada, un relato de amor, pérdida, dolor, ilusiones rotas, esperanza que se desvanece lentamente que no alienta frenesí, arrebato o excitación alguna ni motiva otra sensación que su lineal seguida pasiva y apacible.
Tiene momentos puntuales de carisma y delicadeza donde acierta en su empatía interpretativa y expositiva con el espectador pero no sabe explotarlos ni alargarlos más allá de su breve espacio de duración, corto tiempo que sabe a insuficiente para la consistencia y solidez de una historia que habla de hechos tan trágicos y rotundos, no vale ni para adolescentes vírgenes y puros de creencia e ilusión aún innata ni para mayores de corazón sensible e inercia receptiva predispuesta pues deja una sensación de todo-muy-bonito-y-genial pero una evidente e indeseada carencia anímica por falta de empeño, profundidad, energía, carácter y pasión, mucha pasión, énfasis, adrenalina, movimiento y menos belleza espiritual y contemplativa que, está bien y se agradece pero, que por si sola sabe a bocadillo de pan y nada más, sin el ingrediente puntilla que le da ese toque exquisito y mágico de delicia gustativa, vamos, aunque sólo sea ¡un poco de aceite y sal!, pues cada uno de los bocados de esta cena que sólo da para tentempié liviano resultan tan efímeros e insustanciales que apenas recuerdas haber cenado después de ella.
Entretenimiento demasiado vacío y superfluo para lo que vende y promete, la tragedia e incógnita de su elección no te quitará el sueño, es más, que elija lo que quiera..., ¡ya puestos!



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