viernes, 22 de mayo de 2015

Con la magia en los zapatos

Cuenta la historia de un zapatero que tiene la peculiar habilidad de asumir la vida de sus clientes a través de los zapatos que repara.


"Zapatero a tus zapatos", no opines ni juzgues más que de aquello que entiendes; guión que prefiere navegar por aguas tranquilas, de inspiración leve/mínimo esfuerzo/ínfima molestia a arriesgarse a la aventura de un mar revuelto, de aguas inquietas, pues ha decidido calzarse cómoda zapatilla de andar por casa y olvidarse del zapato ajustado, de tacón elegante pero que requiere voluntad, trabajo y empeño.
El tío Ben le dice a un acelerado Peter Parker que acaba de descubrir sus habilidades, "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad"; aquí tenemos a un sorprendente Dustin Hoffman, soltando una versión del mismo discurso al, por siempre niño-grande, Adam Sandler "Es un privilegio caminar en los zapatos de otro hombre Max, pero también es una responsabilidad".
Y, en esta ocasión, para variar, dicho estereotipado actor, sale airoso e indemne de su papel y función dentro de la película, no se le puede achacar a él el estropear inútilmente una buena idea y boceto que no llega a puerto provechoso; otra cosa es que, para no variar, Thomas McCarthy sólo haya visto en ella la oportunidad de hacer el tonto, pasar el rato, buscar la gracia facilona, las escenas chistosas y tirar por el camino de la comedia simplona.
Se puede ver, tiene sencillo recorrido aunque su meta no sobrepasa lo banal y superfluo, lo intrascendente y comestible dejando de lado toda opción de realizar algo decente y consistente con ello porque ¡para qué tesón y ahinco si la vagancia, en el ocio, cuela igual! 
Hijo de zapatero desaparecido, hereda negocio familiar y vive su día a día con martirio y desgana de quien no es feliz ni se encuentra cómodo en su presente ya que, éste no coincide con la horma de su zapato hasta que, día señalado por urgencia y precipitación, rescata la vieja máquina de coser, reparar y prensar suelas de zapato de su padre y, a partir de ahí, vía libre a la locura, capricho, memez de quien ha descubierto Disneylandia en el sótano de su taller; en un principio, opta por la comicidad, no tan lograda, de vivir identidades varias al son del aburrido momento que deseas aplacar para, sin prisa ni pausa, pasar al drama personal y peligro de usar, sin control ni mesura, el poder recién descubierto sin apenas lectura oculta que destacar y donde no se atreve a explotar la necesidad de vestirse otros calzados ajenos porque los suyos no le gustan en lugar de cambiar y mejorar los disponibles.
Evidente su evolución, claro su discurso, simple adivinar sus pasos, anticiparse al recorrido e, incluso, desvelar el secreto que oculta tan laureado pastel guardado antes de que éste sea mostrado y revelado y, con un extravagante fantasmón final que se adentra en la parodia de los agentes secretos, tan de moda, donde la directriz es "..., con los barberos no hay problema, son de confianza pero, las tintorerías, son otra cosa, no te puedes fiar de ellas".
Diseñada para un público concreto y un tipo específico de esparcimiento que no busca complicaciones ni pensamientos profundos, sólo comprar la entrada, sentarse y ver qué echan -si tiene un mínimo de calidad y entretiene ¡mejor que mejor!-, cumple su misión y vale para ligereza pueril, trivial y vana que no contamina el pensamiento, pues no demanda nada de él -posible ausencia cognitiva que, incluso, puede favorecer su disfrute-, aunque la sensación de más de lo mismo, de plato ya degustado y valorado, de chiste contado tantas veces que pierde todo humor y aliciente, que distinto nombre para vestimenta cotidiana agota un poco la posibilidad de su aprecio y estima.
Ni siquiera un escarceo de originalidad o ávida ambición  se desprende de situaciones de pretendida diversión que no dan para risa, de escenas rebuscadas que no dan para comprensión dramática y un moverse por mover la pelota cuyo objetivo es rellenar tiempo/espacio como bola que juega al pin ball.
"Eres guardián de las almas..., eres un zapatero", daba para un relato más coherente, firme y sustancial, fábula interesante de profundizar en vidas desconocidas y experimentar personalidades diversas de capacidad infinita, sin embargo, optaron por reclutamiento de nuevo Mesías, nuevo James Bond que vigile, guarde y salve el mundo.