martes, 12 de mayo de 2015

El último lobo

Alterar el orden y ciclo vital del cosmos, del mundo trae consecuencias y el hombre es gustoso de tropezar, una, y otra, y mil veces en la misma piedra.
Complicado que pueda hacer una crítica objetiva, uniforme y ecuánime sobre esta película pues, durante la primera hora, he desviado más veces la atención de la pantalla que mantenido mi visión fija en ella; ahora mismo, mi impresión es haber pagado por sufrir, rabiar, ver barbaridades, sentir pánico y padecer inevitablemente por todo, caballos, lobos, gacelas, mongoles..., al menos tengo el consuelo de la espléndida hermosura de la fotografía salvaje, más su impresionante y cautivador colorido y la grandeza majestuosa de la existencia en estado virgen, la mayor y más importante protagonista.
"Capturaste a un dios para convertirlo en esclavo"..., una segunda parte de cómo enmendar un error tremendo y angustioso, domesticar a un lobezno que no es perro pero tampoco sabe cazar, matar ni alimentarse, no pertenece al lado del hombre pero depende de él para su subsistencia, rechazado por sus iguales/sin sitio junto a los humanos, cautiverio deleznable de consecuencias impensables, un dramático problema nacido de la lástima, el egoísmo y de un incompetente intervenir en la evolución sabia de la naturaleza y la vida que nace, crece, se desarrolla y muere junto a ella.
Desagradable salvajismo humano frente a tanta belleza animal, horror injustificable y continuo de quien no escucha la sabiduría anciana de la experiencia y comete torpezas de alto coste animal, humano y sensitivo..., y sigo apartando la mirada ante la consternación y el espanto atroz de quien no actúa por necesidad sino por dominación y abuso y se cree el dueño de la tierra con derecho mezquino sobre ella.
El ser humano es el único animal que mata por placer, por diversión, no es la ley del más fuerte sino la injusticia de quien ejecuta a traición, con trampas y engaño, por vicio, mandato y capricho, tortura y padecimiento sin descanso de ver el enfrentamiento de quien se mueve por instinto y del loco que se empeña en tenerle y retenerle a su lado, antítesis de quienes no pueden ni deben convivir en presencia ni armonía pues el colapso y la destrucción llamarán incesante a la puerta y siempre, siempre es culpa de un ignorante, inútil y estúpido ser humano cuyo egocentrismo le lleva a erigirse juez que decide, sentencia y reorganiza al animal libre y exento de ataduras, honorable fiera que se enfrenta al sujeto miserable que desea hacerlo esclavo y cuya fuerza intenta ser domada, instinto refrenado y potencia anulada siendo, sin remedio, su perdición y sentencia de muerte.
Hay películas que según tu sensibilidad, emoción, aguante y ternura es mejor que te abstengas de verlas ya que, aún reconociendo su alto valor, impresionante trabajo y magnitud del esfuerzo, su visión será tan angosta, insoportable, dura y feroz que es preocupación constante, sin tregua ni descanso, ardor que nunca cesa, que va en aumento y donde incluso te planteas si acabarla o salir de la sala ante la tragedia, ansiedad y pesadumbre que está sufriendo tu corazón y el desconsuelo eterno de unos ojos que dejan de observar dos de cadas tres fotogramas por no soportar la crueldad expuesta.
Despiadada, cruel y malvada, asesina el alma de quien mira con malestar y desesperación la mano del horrendo señor de las armas fabricadas, aniquilar a una especie siguiendo órdenes que no se cuestionan, el persistente sonido de los rifles y las balas matando inocentes lobos mientras bajas, de nuevo, la mirada ante el bochornoso espectáculo referido y la pesada tristeza adosada que se convierte en losa eterna ante este relato antipático e indigesto que se te atraganta, devora y perfora todos tus susceptibles y estimados sentimientos.
Si eres amante de los animales te debatirás en permanente guerra psicológica interna cuya peligrosa andadura no ofrece pausa, penetra conflictivamente y te deja un sabor rancio y podrido de lo peor de tus semejantes al tiempo que plasma la determinación y necesidad de decisiones difíciles para continuar y sobrevivir.
La amas y la odias por igual, la quieres y desprecias por los mismos motivos, bestialidad en aumento a cada escena que te lleva a rechazarla afectivamente pero respetarla técnicamente, desespero ante el contenido de lo visto/admiración por ello mismo, despropósito de adorar su presentación y estructura/temblar y repudiar lo que muestra, filme que es todo un sin vivir de malestar, inquietud y pena donde, por un lado, es perfecta y magistral la historia/por otro, horrible, desdeñable y ofensivo lo narrado, donde aborrona y aborrece lo que transmite con su lustroso y precioso porte, donde, sin duda, todo un merecido aplauso y reconocimiento ineludible para Jean-Jacques Annaud pero..., ¡qué mal rato he pasado!