miércoles, 13 de mayo de 2015

Uncertainty

Una joven pareja de enamorados recibe la mejor noticia de cualquier matrimonio: Kate está embarazada. La incertidumbre sobre cuál será su futuro les embarga pero el lanzamiento de una mágica moneda planteará dos realidades alternativas bien diferentes: en una de ellas, la pareja se encuentra en una barbacoa el 4 de julio en casa de la familia de Kate; en la otra, Bobby descubre un móvil olvidado en el asiento trasero de un taxi y decide encontrar a su dueño repitiendo las últimas llamadas marcadas en el teléfono. Lo que tienen en común ambas historias de la misma moneda es que en cada una de ellas podremos encontrar las respuestas para su antagónica.


Incertidumbre, nombre más que apropiado para una idea que no se supo confeccionar, ni desarrollar ni llevarla a buen puerto, donde observas retazos sueltos de por dónde crees que quería conducir a los personajes, su responsable, pero no dejan de ser especulaciones subjetivas que surgen ante un desconcierto que, en lugar de crear expectación e interés por descubrir dónde te llevarán, qué les sucede, causa un desapego emocional, auditivo y visual que, visto desde otro punto de vista, no deja también de tener su mérito y acierto.
Brooklyn y Manhattan, conectadas por un puente que permite a los protagonistas moverse entre dos vidas, la amarilla-intermitente que nunca decide y duda ante todo/la verde-afirmativa, de decisión tomada y camino libre para su andadura, una plena de peligros, aventuras, correrías incesantes de destino ignorado y adrenalina constante/la otra familiar y hogareña, donde florece la seguridad de los sentimientos en pareja, del gusto por tu trabajo, de la comodidad de estar bien asentado, una antítesis caos/estabilidad que pretende ser el juego atractivo que capture al público, poder moverse aleatoriamente entre dos realidades físicas para vivir en plenitud completa todo tipo de experiencias, el ying/yang personal desdoblado en dos parejas que exhiben lo que es su vida en cada zona donde, la buena acción realizada en ambas, en una se gratifica/en otra es conflicto del que huir, ansiedad que sentir, miedo que sufrir y codicia que aceptar.
Y hasta aquí hemos llegado pues, tan apetecible argumento se estropea el sólo al estrellarse y anularse ante su propia incompetencia y desconocimiento de dónde querer ir, qué querer contar o cuándo explotar porque a Scott McGehee, escritor,director,guionista -junto a David Siegel-, de este engaño no pretendido, le confieres media hora dubitativa para ver si coge forma, despierta tu apetencia y vamos iendo por camino de inspirada motivación pero, pronto tienes que admitir que, el susodicho, despertó de su sueño mucho antes de imaginar su objetivo y destino, que lo único que tuvo en mente cuando inició este proyecto fueron ocurrencias libres, alternas y difusas sobre un conglomerado al que deseaba dar forma pero que nunca se completa, que se queda en pastel destartalado sin sabor, forma y cocción indebida que se pierde ante la ineptitud estéril de su artificiosa andadura.
Arruina, con descaro culpable de quien no sabe lo que hace y rellena a ver qué sale, lo que, en principio, era suculencia grata a la que estabas dispuesta a darle una oportunidad pero ante la ausencia de picardía, cautividad y recepción gustosa tu voluntad cede, se apaga y surge el triste desinterés de quien se lleva la decepción del momento al abrir el regalo y descubrir que la magia seductora de la ilógica, la sinrazón se ha consumido sola por inutilidad de corolario y debilidad de muestrario.
Intenta comerse el mundo con su originalidad y no da para bocadillo rápido que cubra necesidades mínimas, ni para tentempié ligero, sin fortuna en su razón práctica y desconcierto en su creación teórica, el desorden se convierte en fastidio de una tortura que nunca debería haber surgido pero se cuela, inevitablemente, en la carta de un innovador restaurante que no tiene futuro pues los comensales de un lado corren y se exponen al peligro/los del 
otro, apaciguados, disfrutan de su armonía y tú, en el centro, aburrida pues no encuentras conexión alguna entre ambos, ni correlación que analizar, ni vínculo que extraer sólo un hermoso puente, de una fantástica ciudad, utilizado como excusa para este galimatías y despropósito donde todo él es un enorme y desbordante talón de Aquiles.
Dos formatos, misma personalidad/diferente escenario, combinación alterna de dos existencias, cuando te cansas de una pasas a la otra, tiovivo en el que sólo ellos se divierten, tú a verlas venir sin sentido y con paciencia que ni se ganan ¡ni merecen!